DSC07758El mundo de la gastronomía ha cambiado, ir a un restaurante ya no es pensar solamente en  comer “algo rico”, es buscar que cada ingrediente, técnica de cocción y detalle del menú despierte y sorprenda al paladar con cada bocado; es encontrar una experiencia completa, única e irrepetible alrededor de la comida. Y esto, fue justamente lo que viví dentro de un pequeño departamento ubicado en Nueva York.

Ésta metrópoli es una de las ciudades que marca tendencia de todo tipo (moda, arte, gastronomía, bebida, etc.) a nivel mundial. Por ello el concepto Eat with apareció dentro de la Gran Manzana. Esta experiencia nace gracias a una australiana que vivió uno de los mejores momentos de su viaje por Grecia al compartir la mesa con una familia de aquel país, abriéndole las puertas de su hogar. Las pláticas, los consejos, el escuchar la realidad de los residentes, la verdadera cocina griega y mucho más despertaron sus ansias por querer compartir esta vivencia con todo el mundo, fue así como desarrolló Eat with. El concepto es muy sencillo. Diecisiete ciudades, como Ámsterdam, Tel Aviv, Sao Paulo o Nueva York, están inscritas; en cada una, diferentes familias ofrecen preparar comidas o cenas dentro de sus hogares -el cupo depende del espacio en los departamentos o casas. El paso que sigue es elegir a cuál de ellas asistir y minutos después mandar la petición a los anfitriones, quienes informaran vía e-mail si ya nos consideran invitados. De esta manera, contacté con From Mexico to Le Cordon Bleu, nombre que le dieron Max Strygler y Rafa Saga a su cocina mexicana contemporánea.

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Al llegar al departamento diferentes aromas impregnaban el lugar y Max me recibió con una sonrisa mientras que las risas del fondo creaban una acogedora atmósfera. En total éramos nueve comensales. Entre las nacionalidades que rodeaban la mesa estaban estadounidenses (Nueva York), australianos, japoneses, hawaianos y mexicanos, un coctel de cultura. Comenzamos la noche con el mezcal El Recuerdo de Oaxaca, nada mejor para inaugurar la cena (las cuales realizan una vez a la semana); la velada inició lentamente con preguntas básicas, por ejemplo ¿Cómo te llamas y de qué país eres?, pero poco a poco la mesa rodeada de extraños se vuelvió una mesa de fiesta, de amigos compartiendo un pedacito de sus vidas.

Las risas y consejos sobre qué visitar y hacer en Nueva York no dejaban de aparecer, entretanto los platos que cocinaba el chef Rafa Saga se unían a los comentarios de Max, que compartió cómo conseguían algunos productos dentro de esta isla (mercado orgánico New York Square); además de contarnos que el menú es un paisaje de sus recuerdos, ya que rememoran las comidas que tanto adoran pero con un giro contemporáneo, haciéndolos suyos. El objetivo de elaborar estas cenas es que los invitados se vayan con otra imagen de DSC07762la comida mexicana, que guarden esta experiencia como un recuerdo insustituible y pasen una gran velada. Para mí fue así, mientras Saga montaba el ceviche -que resulto fresco y balanceado-, los tacos al pastor con tortilla hecha a mano y carne de avestruz; los espárragos enrollados con tocino, tostada de arroz y mole de la abuela -platillo cumbre, con sabores balanceados y texturas extraordinarias-; el huachinango con salsa de jamaica, durazno y chile guajillo; así como el arroz con leche acompañado de carajillo –Licor del 43 con café-, los recuerdos de Acapulco, la ciudad de México, Puebla, Veracruz y mi familia no dejaban de aparecer, los demás invitados estaban llenos de preguntas que poco a poco se resolvieron; además, ellos relacionaban algunas cosas con sus países de origen, dándole a esa noche un sabor mágico.

La cena fue un éxito, los anfitriones siempre amables y atentos nos llevaron por un rápido recorrido a través de la República Mexicana; los invitados cálidos, sencillos y con un gran amor por la gastronomía estuvieron dispuestos a compartir sus experiencias y opiniones en todo momento. Sin duda fue una extraordinaria vivencia, llena de alegría, risas, chistes y maravillosa comida. En ese pequeño espacio nueve extraños compartieron una mesa, un idioma, una experiencia y cinco maravillosos… platillos mexicanos.

 

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