Cerveza belga
Cerveza belga

¿Brujas? Este es el equivalente fonético en castellano de Brugge (en idioma flamenco, muy parecido al holandés), cuyo nombre se cree que deriva del escandinavo antiguo Brygga, bahía; Brujas es una ciudad medieval declarada patrimonio mundial por la UNESCO, situada en Bélgica, un país cuya tradición cervecera es centenaria. Lo que el vino es a Francia, la cerveza es a Bélgica, donde se ha creado una amplia gama de estilos propios, plenos de sabores y aromas característicos; entre ellos, por ahora mencionaré solo dos: en primera instancia, las lámbicas, que son fermentadas con levaduras autóctonas al aire libre, en ocasiones con frutas, lo que les confiere un carácter único, con una acidez peculiar que estimula al paladar, lo cual las hace un magnífico aperitivo; y en segundo término, las ales, potentes, complejas y de sabores amplios a la vez que equilibrados, con contenidos de alcohol elevado (entre 7 y 12%), con amargor y notas a malta variables según su elaborador: van desde notas dulzonas hasta muy lupuladas (amargas).

El caso que nos atrae en esta ocasión es la cervecería De Halve Maan, la Media Luna, que fue fundada en Brujas en 1856. Al encontrarse en el centro histórico de esa pequeña ciudad, la cantidad de camiones necesarios para distribuir su creciente producción se convirtió en algo insostenible, por lo que idearon una solución única: la instalación de un ducto subterráneo para enviar sus fermentados líquidos hacia una planta embotelladora situada a más de tres kilómetros de distancia. El tubo mide 3,276 metros y se ubica a 34 metros bajo la tierra; su capacidad de flujo es suficiente para embotellar 12,000 botellas de cerveza por hora.

 

Y algo también muy innovador: el financiamiento para su construcción –su costo no fue revelado, pero sin duda alguna estuvo en los siete dígitos- fue mediante el método llamado crowdfunding, que se puede traducir como “financiamiento multitudinario”; se ofrecieron a los aficionados tres niveles de membresía, siendo el Oro, con un costo de €7,500, el más rentable, ya que daba derecho a recibir una botella diaria de 330 ml de la marca Brugse Zot Blonde de por vida, lo que equivale, para una conservadora expectativa de vida de 10 años, a 365 botellas que se traducen en 3,650 unidades, lo que, en este supuesto, equivale a un costo unitario de €2.05. Las membresías Plata y Bronce, a €800 y €220 respectivamente, también contribuyeron al logro del proyecto, que ya está en plena operación.

Para entrar en la materia que más nos interesa, el placer sensorial, mis recomendaciones de dos de las etiquetas de De Halve Maan son las siguientes:

Cerveza Straffe Hendrik Quadrupel

En primer término, Straffe Hendrik Quadrupel: un néctar de cuerpo robusto, con 11% de alcohol por volumen, poderoso y amplio en boca, elaborado con maltas especiales. En nariz, despliega notas frutales, especiadas y, evidentemente, de malta, cuyos tostados se confirman en boca, junto con un amargor moderado y sabores que recuerdan al anís y castañas tostadas. Lo más destacable de esta elaboración –al igual que con otras marcas belgas—es que se le siembran levaduras antes de embotellarse, lo cual posibilita una evolución en la botella, es decir, sus sabores y aromas irán cambiando para mejorar con el paso del tiempo (de forma similar a los champagnes milesimados). En otras palabras, es una cerveza de guarda.

 

Otra de las etiquetas de De Halve Maan digna de probar es Brugse Zot, que se traduce como “El loco de Brujas”. Su  historia radica en que la gente de esa ciudad estaba muy descontenta con el gobierno de Maximiliano de Austria debido a que aumentó los impuestos, así que cuando los visitó, hubo una revuelta y lo encarcelaron cuatro meses, lo que ocasionó que el monarca prohibiera todas las festividades. Entonces, para apaciguarlo, el pueblo decidió organizar una celebración en su honor, en la que desfilaron múltiples personajes vestidos de arlequines, con comportamientos excéntricos. A continuación, le pidieron su autorización para construir un hospital para enfermos mentales, a lo que él respondió que era mejor cerrar las puertas de la ciudad, puesto que ésta ya estaba llena de locos.

Así, esta etiqueta es un simpático recordatorio del sobrenombre usado varias veces en la historia para los habitantes de la ciudad a partir de ese incidente, “Los locos de Brujas”.

Brugse Zot, una ale dorada, también cuenta con una segunda siembra de levaduras antes de ser embotellada, lo cual suma a su tiempo de vida y complejidad de aromas; en este caso, estos son mayormente frutales, derivados del lúpulo, así como de cereales; en boca, los sabores dulzones se amalgaman de forma muy placentera con las notas amargas y levemente cítricas, ofreciendo un conjunto amplio, frutal y refrescante con carbonatación elevada, que invita a seguirla bebiendo.  ¡Salud…os!

 

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