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Verano de ensueño

Carlos Bracho
Carlos Brachohttp://www.carlosbracho.com
Carlos Bracho. Actor de cine, TV y teatro. Fotógrafo y político. Miembro fundador de SOGEM, escritor y editor. Miembro fundador de “Leo, luego existo”, del INBAL.

Chére Karla:

Las olas del mar estaban en su apogeo. Iban y venían al ritmo eterno de los mares. Yo, recostado en una hamaca y al lado mío un vodka-tónic. Claro una gran sombrilla me protegía un tanto de los rayos del Astro Rey. Con esos vaivenes acuáticos me divertía y a la vez esperaba que llegara mi amiga canadiense Laurie, la que ama estas playas mexicanas, en donde la arena y el sol y el ambiente es propicio para los grandes lances amorosos. Y no digo de las regias comidas que en todos los lugares y puertos mexicanos se ofrecen al turismo. Pues, te digo, Laurie es egresada de la Universidad de Vancouver y realizó su tesis con el tema de la Investigación gastronómica. Y no ha llegado conmigo porque está con el chef del hotel y se están poniendo de acuerdo en qué será bueno para comer en este caluroso día. Sí, Karla, es el pleno verano. Es el sol que ejerce su dominio sobre todas las cosas, sobre los árboles, sobre las palmeras, sobre las playas, sobre el mar, sobre nosotros.

Pero, bueno, mientras mi amiga intercambia conocimientos sobre la investigación gastronómica y sobre los adelantos y conocimientos técnicos y científicos que en los ingredientes naturales habidos en estas regiones pueden enriquecer cualquier platillo y como ella tarda y como el sol y este verano me tienen más que hambriento le pedí al mesero, que atento, tomó mi orden: un cebiche que tenga el verdadero sabor y los ingredientes que en el Perú usan para esta delicia. Y el original de pescado lleva: pescado, limón, cebolla, chile, maíz y lechuga (recuerden que en cada región varían los ingredientes). Le pedí al mesero para acompañarlo, una cerveza oscura, y que fuera preparando unos camarones asados a las brasas, y que el postre fuera un plato de fresas heladas en cama de hielo.

Pasó el tiempo, Karla, no sabes cómo disfruté ese cebiche y esos camarones y esa cerveza y las fresas. Evidentemente yo me divertía como nunca al ver pasar a las turistas alemanas, que en los veranos mexicanos, vienen a mostrarnos sus cuerpos, que como el poeta decía: ¡Tu palidez mortal me agrava…! Y es que su piel blanca y su manera de caminar me producen “calosfríos ignotos” (RLV dixit) En fin fue una tarde de ensueño. Fue ese día, en donde el verano hizo alarde de su magnificencia, y que lo gocé como pocas veces lo puedo contar. Cuando Laurie llegó conmigo, un gran plato traía un ayudante, y tenía los resultados de su Investigación Gastronómica. Era un pescado parecido al besugo. Pero los finas hierbas y algunos otros condimentos, que ella y el chef habían “inventado”, y que la muy canadiense no me quiso confesar en qué consistían, fue un regio fin de fiesta. Ya en la noche y ante la luna y ante la música de las olas y la brisa y estando muy cerca una del otro, ella me dirá cuales fueron los secretos culinarios que hicieron de aquél pescado un platillo digno de un Cardenal.

Ah, por cierto, ella levantó su copa y de pie me dijo: “Brindo por mi padre, que por fortuna vive todavía, y al cual amo con toda mi alma. Mi padre es el mejor padre del mundo.” Yo no me quise quedar atrás y también brindé: “Por mi padre que ya se fue, pero en donde esté le mando un abrazo grande, grande”.

Así terminó ese día. Día completo, día de inventos, día de brindis, día de platillos que ennoblecen a la gastronomía, que ennoblecen a las cocineras y a los chefs y a las Laurie`s que en el mundo realizan estudios profundos sobre la cocina que nos llenará de satisfacciones plenas.

Vale,

Carlos Bracho

Web: www.carlosbracho.com

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