
De la vista nace el amor, o eso es lo que se dice; y aunque es cierto que en la cocina un emplatado bonito no asegura un buen sabor, y que, por el contrario, detrás de una apariencia poco apetitosa puede esconderse un verdadero manjar, también es cierto que con frecuencia nos sentimos atraídos por aquellos alimentos que se adornan de manera estética con colores, texturas, simetría… y una buena vajilla.
El arte de emplatar
No es por nada que la mayoría de los restaurantes de fine dining emplaten con esmero y dedicación, pues además de ser una forma de atraer clientes y aumentar los precios, también es una manera de elevar la experiencia, estimulando más que los sentidos del gusto y el olfato.
Aunque la gastronomía como expresión artística es una cuestión en eterno debate (nosotros aún no entendemos por qué), no se puede negar que una buena presentación hace mucho más que solo “verse bonito”, pues la mayoría de las veces va directamente ligada a los ingredientes que la conforman, a sus colores, sabores y texturas, y por supuesto, a la visión y expresión individual (del chef) y colectiva (de su equipo).

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El diseño en la cocina
La apariencia de los alimentos es tan importante que existe una profesión dedicada a ello: el food styling.
Si bien este concepto sí va directamente ligado a la comida y sus elementos, está mucho más enfocado en su presentación estética que en el sabor, utilizando herramientas del diseño y de las artes visuales para elevar la apariencia de ciertos platillos.
Diseño de interiores y gastronomía
Pero el emplatado y el food styling no son la única forma en la que el diseño y la estética visual se hacen presentes en la cocina, pues también resulta muy importante, para la experiencia de comer en un establecimiento, la forma en la que éste está configurado en términos de su arquitectura y diseño.
No es lo mismo comer en un changarro improvisado en la calle, que en un restaurante de comida rápida con taburetes de plástico, o en un elegante restaurante con iluminación cálida y cuadros en las ventanas.

Si bien este factor no está directamente ligado a la calidad o al sabor de los alimentos, sí influye en la experiencia que se pretende ofrecer, pues el objetivo y concepto de cada establecimiento es diferente.
Magda, un restaurante de diseñador
Claro ejemplo de esto es Magda, un restaurante en San Ángel donde el diseño de interiores es una prioridad; no por nada destaca como uno de los restaurantes más bonitos de la ciudad.
Basta con entrar al baño para darse cuenta de que no es un restaurante cualquiera, pues cada espacio está pensado para ofrecer una experiencia distinta. La terraza exterior, envuelta en rústicas paredes de ladrillo con enredaderas, propone un ambiente romántico y acogedor a pesar de estar al aire libre.

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Mientras tanto, el salón central, cuyas paredes azules contrastan con la apariencia rústica del exterior, sugiere un ambiente más bien moderno y elegante pero sencillo, con la barra de mixología al fondo que invita a pasarla bien. Finalmente, sus salones laterales, pequeños y elegantes, resultan perfectos para un mood más íntimo y privado, pero igualmente cálido y confortable.
Magda en la mesa
Pero no todo es diseño. En Magda también saben cocinar. Con un concepto que transforma ingredientes mexicanos en emociones servidas al centro de la mesa, el chef Miguel Durán ha demostrado que en Magda también el sabor cuenta.
Con uno de los mejores chamorros que he probado, un excelente aguachile blanco de camarón con leche de coco y un sencillo pero fresco ceviche verde, queda claro que aquí la cocina tiene tanto protagonismo como el entorno. Cada platillo está pensado para disfrutarse en compañía, sin prisas y con el paladar dispuesto a dejarse sorprender.

Y si bien los platillos conquistan, la coctelería no se queda atrás. La barra de Magda ofrece una selección de cocteles de autor que juegan con ingredientes frescos, sabores complejos y presentaciones impecables. Desde los clásicos reinterpretados hasta mezclas inesperadas con mezcal, chile o frutos tropicales, cada trago es una experiencia visual y sensorial que complementa a la perfección la propuesta gastronómica del lugar.
Magda es el tipo de restaurante que se queda en la memoria, no solo por su comida y su diseño, sino por la experiencia completa que propone. Si estás en la Ciudad de México y buscas un lugar donde el diseño y la cocina se encuentren en armonía, tienes que visitarlo. Síguelos en Instagram y déjate inspirar por sus espacios, sus platos y todo el amor que le ponen al detalle.