Cada temporada, de abril a noviembre, los kiwis que llegan desde Chile a México cuentan una historia que comienza en los fértiles suelos del centro-sur chileno. Ahí, el clima templado, los suelos volcánicos y el trabajo agrícola permiten que esta fruta crezca con un balance natural entre dulzor y acidez.

La variedad más común, Hayward, se reconoce por su pulpa verde brillante y su perfil jugoso. Además de ser versátil en la cocina —lo mismo en platillos dulces, salados o bebidas—, el kiwi chileno destaca por su aporte nutricional: es rico en vitamina C, antioxidantes, fibra y actinidina, una enzima que ayuda a la digestión de las proteínas.
Hoy, México se ha convertido en uno de los mercados clave para los kiwis chilenos. Cada vez es más fácil encontrarlos en supermercados y tiendas especializadas, y su uso ha ido creciendo entre quienes buscan ingredientes frescos, funcionales y fáciles de integrar en el día a día.


Una experiencia con sabor a kiwi
Para acercar esta historia al consumidor, Kiwis de Chile organizó recientemente una experiencia sensorial en la que se mezclaron narrativa, música y cocina en cuatro tiempos. El chef Miguel Palacios diseñó un menú que incorporó kiwi en cada platillo —desde un bao con pork belly hasta un posset como postre—, acompañado de bebidas frescas como mojito de kiwi o infusión con frutos rojos.


Más allá del evento, el mensaje fue claro: el kiwi chileno no es solo una fruta versátil, también es el reflejo de una agricultura bien hecha, que apuesta por la calidad, el cuidado del entorno y el bienestar de quienes lo consumen.
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