Albarolo: tres décadas de clan y vino

Julieta Cruz
Julieta Cruz
Gastrónoma y doctorante en Comunicación con especialización en vinos por la EMS. Investigadora en periodismo enológico y gastronómico en Ciudad de México, basada en teoría bourdiana, con fundamentos en Sociología y estudios de periodismo. Disfruta entrevistar y difundir la valiosa labor de quienes hacen posible nuestra gastronomía, única y viva en cada ingrediente, sabor y experiencia a la mesa.

En el corazón de Coyoacán un grupo pequeño de periodistas y amantes del vino nos reunimos en Los Danzantes para celebrar la historia de una etiqueta que ha crecido como las raíces de una vid vieja: profundas, firmes y llenas de memoria. La ocasión fue el 30 aniversario del primer lanzamiento de Albarolo, vino emblema de la bodega Shimul, fundada en 1990 por Álvaro Ptacnik, agrónomo mexicalense que encontró en el vino una forma de pertenencia.

Shimul —término que proviene del tronco lingüístico yumano, raíz de los pueblos originarios del sur de California, Arizona y Baja California— significa clan o grupo. No podría haber nombre más adecuado para una casa vinícola que concibe el vino como un lazo entre amigos, una celebración de la tribu elegida. Como dice su creador, son “los vinos de la banda, del grupo, del clan, de los cuates, de la raza”.

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Esa filosofía se traduce en cada botella: vinos 100% nebbiolo, de vinificación tradicional, con poca clarificación y mínima filtración, criados en una mezcla de barricas francesas, americanas de Minnesota y un leve toque de roble del este europeo. “La madera debe acompañar, no opacar”, repite Ptacnik, consciente de que en la sencillez habita la verdad del vino.

La cata vertical —con las añadas 2004, 2005, 2006, 2007 y 2010— fue un recorrido sensorial por tres décadas de historia. El 2010, aún joven, sorprendió por su frescura: fruta roja, hierbas, acidez viva y taninos firmes. El 2007 desplegó notas de cereza marrasquino, estructura equilibrada y un final persistente. En el 2006, los aromas de cuero y rosas se mezclaron con recuerdos de dátiles; el 2005, quizás el más notable, ofreció un perfil especiado de pimienta, canela y balsámicos, con taninos vivos y elegantes. Y el 2004, maduro y goloso, cerró con tonos de zarzamora, maple y un dejo animal que lo mantiene vibrante, como una melodía que se resiste a apagarse.

Mientras las copas se sucedían, Ptacnik compartía anécdotas sobre los primeros años en que trabajó para Cetto y Domecq, en los ochenta, cuando el vino en México aún era una promesa más que una industria. Su visión, sin embargo, ha permanecido firme: producir vinos honestos, pensados para disfrutarse en comunidad.

El ambiente en Los Danzantes recordaba precisamente eso: la unión. Entre risas, notas de cata y aromas que se mezclaban con la cocina del lugar, el tiempo parecía diluirse. También probamos el aceite de oliva artesanal que la familia Shimul produce a partir de sus propios cultivos: rústico, intenso, con el mismo carácter que define a sus vinos.

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En un contexto donde la producción vinícola mundial ha disminuido desde 2018, Shimul apuesta por la constancia, la raíz y la emoción. La añada 2020, que verá la luz en 2025, promete continuar ese legado de vinos que no buscan impresionar, sino permanecer.

Treinta años después, Albarolo no sólo celebra el tiempo: celebra la pertenencia. Es un vino que se abre como se abre una conversación entre amigos, que invita al recuerdo y al reencuentro. Y, como todo vino con alma, deja al final la sensación de que uno no ha bebido solo.

Shimul Vinos
IG: @vinosshimul
Distribuidor CDMX: Alfredo Atala · Tel. 2225253240
IG: @timoteomisc
www.shimul.net

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