La Redonda: medio siglo de historia en Querétaro

Angel Venegas
Angel Venegas
Gastrónomo y periodista gastronómico apasionado por la fotografía, historia y comida. Mantiene conexión con la cocina para preservar su sazón y comparte su pasión con otros. Dispuesto a ofrecer datos curiosos, referencias históricas y rarezas de la vida.

Cincuenta años caben en una copa, basta servir un vino de La Redonda para entender que no se trata solo de una bebida, sino de un relato vivo de la tierra queretana. Este 2025, el viñedo celebra medio siglo de historia, y el aniversario se convierte en un homenaje a la visión de quienes creyeron que Querétaro podía hablar el lenguaje del vino.

La historia comenzó en 1975, cuando Don Vittorio Giaginto Bortoluz Perencin, enólogo formado en la prestigiosa escuela de Conegliano, Italia, decidió plantar las primeras vides en un terreno que entonces parecía improbable. Con el rigor técnico de un agrónomo y la sensibilidad de un soñador, Vittorio vio en esas tierras un potencial que transformaría la geografía vitivinícola del país.

La memoria en cada etiqueta

Durante los primeros años, las uvas de La Redonda se destinaron a otras casas vinícolas. Sin embargo, el terruño queretano demostró pronto tener un carácter inconfundible, capaz de dar vinos con personalidad propia. Fue así que, en 2003, el viñedo lanzó sus primeras etiquetas, abriendo una nueva etapa en la historia del vino mexicano.

Desde entonces, tres líneas marcan su evolución: la frescura juvenil de La Redonda, la elegancia con crianza de Orlandi y la complejidad de Sierra Gorda, vinos pensados para quienes buscan una experiencia más profunda. Hoy son más de 35 etiquetas las que integran el portafolio, todas nacidas del mismo espíritu que fundó el viñedo: respeto por la tierra, pasión por la vid y un compromiso constante con la calidad.

Pero La Redonda es más que una casa vinícola: es un espacio de encuentro cultural. Aquí, el vino convive con la música, la gastronomía y el paisaje. Su restaurante insignia, Trattoria Orlandi, fusiona cocina italiana y mexicana con ingredientes frescos, muchos cultivados en el propio huerto del viñedo. De esta manera, el vino deja de ser un producto aislado y se convierte en parte de una experiencia más amplia: la de celebrar la vida alrededor de la mesa.

Cincuenta vendimias y un mismo espíritu

El aniversario es también un recordatorio de cómo el vino ha tejido comunidad a lo largo de cinco décadas. Cada cosecha, cada brindis, cada botella abierta ha sumado capítulos a esta historia colectiva que hoy pertenece tanto a Querétaro como a México entero.

Y como cada verano, la tradición se renueva con la Temporada de Vendimia, una fiesta que revive el gesto ancestral del pisado de uvas más grande de México. Es un momento simbólico, fotografiado y celebrado, porque recuerda que todo comienza ahí: en el fruto transformado por la paciencia y el tiempo.

Durante los fines de semana de julio y agosto, de 11:00 a 20:00 horas, el viñedo abre sus puertas con acceso libre, invitando a propios y visitantes a formar parte de esta celebración. Más que un evento, la vendimia es la continuidad de un sueño: el de un hombre que hace medio siglo plantó vides en Querétaro y cambió para siempre el destino del vino en México.

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