Día de las Madres
Día de las Madres

Chère Karla:

Quiero decirte que a mi madre cada día que pasaba le celebrábamos ese día. Sí, con esto quiero decirte que ella sentía que nosotros, mis hermanas y yo, la respetábamos, la amábamos, la queríamos todos los días. Y claro, cuando llegaba este mes de mayo y cuando el calendario marcaba el día 10 hacíamos más fiesta y era la ocasión propicia para realizar un banquete o una cena de antología. Ya en casa, todos nos poníamos en forma para saborear la comida y para platicar con mi madre de lo que sucedía en el mundo. Y le gustaba escuchar una canción que decía que: “… de las lunas, la de octubre es más hermosa…” y mientras ella se deleitaba con esa música, nosotros nos dedicábamos a preparar la comida que era su preferida.

Sopa de calabaza
Sopa de calabaza

A mi madre le gustaban varios platillos, algunos de ellos eran por demás sencillos, aunque ya sabemos, Karla, que lo sencillo puede encerrar todo un mundo de sorpresas culinarias. Por eso en el mundo se está regresando a lo orgánico, a lo sencillo, a lo natural. Pero esa vez nos propusimos estar muy mexicanos, muy rurales, muy campiranos, y esto fue lo que le preparamos: sopa de flor de calabaza con elote (flores de calabaza, jitomates, ajo, cebolla, aceite de oliva, caldo de res, epazote, chile poblano, granos de elote, agua, sal). Y de plato fuerte, algo como para chuparse los dedos: chicharrones en salsa verde (chicharrones, chiles serranos, ajo, cebolla, tomates -recordar que los tomates son verdes y los jitomates son rojos-, cilantro, manteca).

Frijoles
Frijoles

En la estufa hervían los frijoles en su olla de barro (frijoles, cebolla, epazote, cilantro). Y Karla, el agua de chía: agua, limón, chía, azúcar, estaba lista en un botellón de barro y solo los vasos esperaban ser llenados para cumplir con su tarea. Y la salsa mexicana nos hacía ojitos en un molcajete: jitomates, chile serrano, cebolla, cilantro aceite de oliva, sal, pimienta. Y sigue la mata dando, las tortillas de maíz nos gritaban diciéndonos que no fuéramos a olvidarlas. No, qué va. Entre música, preparación de platillos y la charla, nos hacíamos taquitos de guacamole: aguacates, cebolla, cilantro, sal de grano, chile jalapeño, jitomate. Y claro, una y otra vez los abrazos a mi madre se repetían. Era una fiesta verdadera en donde la cocina mexicana salía a relucir.

Guacamole
Guacamole

Y el postre, que es el punto culminante de una buena comida, que es la corona de laurel para el ganador, estaba listo ya y para todos los gustos: chongos zamoranos (leche entera de vaca, pastilla para cuajar, canela, huevo, azúcar o piloncillo) y en otra vianda estaban muy a gusto unas cocadas (coco rallado, leche condensada, vainilla, claras de huevo, sal). Y como dicen que en la variedad está el gusto, pues en otro platón estaba una calabaza en dulce o calabaza en tacha (calabaza, canela, piloncillo, naranja).

Cocadas
Cocadas

Como ves, chère Karla, este fue un gran banquete propio para celebrar a nuestra madre. Por eso invitamos a todas nuestras amables lectoras a que celebren este día con bombo y platillo. Que sea un momento de unión, de paz, de convivencia con los seres queridos. Desde aquí, Karla, envío un fuerte abrazo a todas las madres mexicanas (y de todo el mundo, en verdad, se lo merecen). Vale.

Chao, Karla.

Carlos Bracho

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