Icónico y surreal en su belleza, Fairmont Château Laurier es un magnífico edificio de piedra caliza con torretas y mampostería que recuerda a un castillo francés, haciéndonos sentir como realeza en un mundo de elegancia clásica, sofisticación y magia.
Ubicado en el centro de Ottawa, el Fairmont Château Laurier se encuentra a minutos de sus principales atracciones, como los edificios del Parlamento, el canal Rideau, el mercado Byward, la Galería Nacional de Canadá, el Centro Shaw y el Centro Nacional de las Artes. Un castillo reminiscente a una historia de fantasía, este es el portal ideal para descubrir la pintoresca Ottawa y enamorarnos de su magia.
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Ottawa, la capital de Canadá, tiene un charm único. Marcada por estilos de arquitectura romántica y pintoresca, como la arquitectura de renacimiento gótico de los edificios del Parlamento, esta bella ciudad fue fundada en 1826 bajo el nombre de Bytown, después se re-nombró Ottawa en referencia al río Ottawa, cuyo nombre se deriva del Algonquin Odawa, que significa «comerciar», ya que con el tiempo este se había convertido en un centro de comercio importante para la zona.
Un edén culinario, Fairmont Château Laurier nos deleita con una experiencia gastronómica verdaderamente canadiense. El Chef Ejecutivo y su equipo han creado menús tan magníficos como el hotel en sí, joyas de la alta gastronomía.
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Todos sus restaurantes ofrecen experiencias gastronómicas excepcionales; Wilfrid’s es un restaurante con vistas a Parliament Hill, ingredientes frescos y locales, y una oferta de menú sostenible; Zoe’s, el salón bellamente revitalizado del castillo, ofrece cócteles exclusivos y aperitivos; y La Terrasse, el mejor patio de Ottawa, ofrece increíbles vistas de los edificios del Parlamento, las ondulantes colinas de Gatineau y el río Ottawa – el perfecto escenario para ver un bello atardecer.
Una experiencia única en este palacio es participar en el celebre ‘Té de la Tarde’: bollos recién horneados, mermelada de fresa casera y crema son preparados junto a la mesa, sumergiéndonos en lo más clásico y elegante de la cultura de la ciudad.
Sintiéndonos como realeza y dejándonos apapachar como tal, nuestra experiencia en el Fairmont Château Laurier transcurrió como en un sueño, donde la realidad y la fantasía se mezclaron, creando momentos surreales y fantásticos donde el lujo y un sentimiento de elegancia inmortal aseguró que cada instante sea inolvidable.
