En la última década, el consumo de vino en México ha crecido de forma notable. La oferta se ha ampliado significativamente, y es evidente tanto en tiendas como en restaurantes.

Tomando como fuentes la información de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y del Consejo Mexicano de Vitivinicultores, el consumo per cápita ha llegado a 1.5 litros al año. En contraste, cabe mecionar, que hace veinte años apenas se alcanzaban 250 mililitros por persona. Este aumento no es casual: nuevos consumidores han decidido incorporar el vino a sus hábitos, especialmente mujeres y jóvenes, lo que impulsa aún más la demanda.
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La industria vitivinícola mexicana está formada por más de 550 proyectos distribuidos en 17 estados productores de uva: Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Coahuila, Chihuahua, Durango, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Nayarit, Nuevo León, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Sonora y Zacatecas.

En conjunto, estas bodegas producen más de 1,000 etiquetas distintas, desde vinos de corte joven hasta crianzas y reservas que buscan competir en mercados internacionales.

Desde 2017, los vinos nacionales han ganado presencia en el mercado: representan 38.9% por volumen en centros de consumo y mayoreo, lo que significa que 39 de cada 100 botellas descorchadas son mexicanas. Este logro refleja tanto la diversificación de estilos como la mejora en la calidad. Además, el sector genera más de 500,000 empleos en el ámbito primario, un dato que subraya su peso económico y social en diversas regiones del país. El crecimiento de los productores ha sido notable en las últimas décadas: la superficie de viñedos se ha incrementado en un 29% en los últimos diez años. Este impulso no solo amplía la oferta, sino que también plantea retos y oportunidades en áreas como la sostenibilidad, la gestión del agua y la preservación de la biodiversidad de cada región vitivinícola. Con este panorama, surge una pregunta clave para el futuro: ¿es el momento de crear Denominaciones de Origen en México para proteger la calidad, la sustentabilidad y la competitividad internacional de nuestros vinos?

Durante los más de 25 años que he trabajado en la Industria Vitivinícola, muchos de ellos han sido en la promoción y difusión de la cultura del vino mexicano y creo que hoy, más que nunca, es perfecto recordar la frase que acuñé hace más de 20 años:
“Cuando pienses en vino, decide por México”
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