Vino, tierra y hombre: el origen de un romance eterno

Pablo García
Pablo García
Pablo Antonio García Hernández cuenta con más de 10 años de experiencia en la industria de la restauración. Se ha desempeñado como sommelier en restaurantes de prestigio internacional como Pujol y Máximo Bistrot, donde además asumió responsabilidades como jefe de sala y subgerente. Actualmente es Director de Vinos y Bebidas de Grupo Máximo, un grupo restaurantero de la Ciudad de México con 10 centros de consumo que destacan por su innovación gastronómica y excelencia en servicio. Ha participado en competencias nacionales de vinos y de servicio, obteniendo primeros lugares y reconocimientos destacados, lo que respalda su liderazgo y capacidad técnica en el área. En el ámbito académico, ha cursado el Programa de Dirección de Operaciones del MIT y posee un Tech MBA por OBS Business School, además de múltiples certificaciones en vino, servicio y gastronomía. Su perfil combina la excelencia operativa con una visión estratégica para el desarrollo de programas de bebidas de alto impacto.

El vino, una de las grandes bebidas que la humanidad ha adoptado como suya y que la ha potencializado hasta sus últimas consecuencias, incluso hasta en el amor. Dicen los románticos que esta bebida es una de las máximas expresiones del entendimiento del hombre y la naturaleza, y la verdad no están tan equivocados porque el simple hecho de tener que entender la geografía de una región para poder cuidar a las uvas y realizar una bebida de calidad, nos da una idea de la conexión del pensamiento humano con la madre tierra. Actualmente tenemos la dicha de disfrutar de varios estilos en tardes placenteras con amigos o en cenas románticas con nuestra pareja, pero te has preguntado ¿Cuál es el origen de esta bebida?

Nota: A partir de este momento, lea con moderación.

Primero que nada, tenemos que aclarar que el vino no es más que el resultado del zumo fermentado de uvas aplastadas. Estas uvas vienen de una planta llamada «vitis vinífera» que tiene su origen en la zona del Cáucaso, donde poco a poco se fue expandiendo a Europa y Asia. Los testimonios arqueológicos sugieren que el vino se produjo por primera vez durante el período Neolítico —entre los años 6,000 y 3,000 A.C.) en los montes Zagros (actual Armenia y norte de Irán). Se cree que los antiguos hombres fueron seducidos por la forma y el sabor de las uvas silvestres y estos comenzaron a almacenarlas por bastante tiempo, provocando la fermentación de los racimos y generando así los primeros vinos de la historia.

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Ahora es importante aclarar que el vino no se entiende sin el desarrollo de la cerámica (por ahí del año 6,000 A.C.) ya que ésta facilitó la elaboración, el almacenamiento y el servicio de esta bebida. De hecho las primeras pruebas de la presencia del vino en el mundo fueron encontradas dentro de una vasija de cerámica, en los ya mencionados montes Zagros. Esta vasija data del año 5,400 A.C. Es curioso que la historia bíblica de Noé situé al monte Ararat (monte cercano a los Zagros) como el lugar donde plantó el primer viñedo tras sobrevivir al Diluvio. Esto nos da una idea muy clara de que esta bebida ya gozaba de gran popularidad en dicha región.

Las primeras civilizaciones que desarrollaron un sistema de viticultura fueron los mesopotámicos, los egipcios y los fenicios. Estos últimos fueron los encargados de expandir esta bebida por todo el mediterráneo gracias a sus grandes viajes comerciales, haciendo de este néctar una bebida cada vez más popular entre los pueblos de la región. Gracias a su popularidad el vino comenzó a llevarse a limites inmaginados, logrando lo que hoy en día conocemos y disfrutamos. 

Es fascinante el poder entender el origen de lo que nos encanta consumir. Ahora te invito a probar nuevas etiquetas y estilos de esta grandiosa bebida, solo por la curiosidad de tener nuevas experiencias y, porqué no, de rendirle tributo a nuestros antepasados. Pero recuerda que si vas a beber no manejes de regreso a casa. Hasta la próxima.

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