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Vinos griegos

Pilar Meré
Pilar Meré
Comunicóloga con maestría en comunicación y mercadotecnia, especializada en gastronomía y marketing. Diplomada en diversos campos, sommelier, certificada en múltiples áreas y directora de Pilar Meré, Comunicación Integral Especializada. Experta internacional y jurado en concursos de vino y gastronomía.

Recientemente estuve de viaje en Grecia y tuve oportunidad de adentrarme en la cultura enológica de este maravilloso país y probar varios vinos por demás interesantes.

Los vinos griegos se producen desde hace muchos años; probablemente, Grecia sea una de las regiones vitivinícolas más antiguas en el mundo.

El arte de la vinificación y, sobre todo, la presentación de las cosechas en vasijas con la decoración artística proceden de Creta, Ática y Rodas. Fue entre los siglos XIII y XI a.C., cuando los viñedos se desarrollaron de manera más significativa. El cultivo de la viña se practicaba en forma muy parecida a la de hoy, con las cepas alineadas en filas paralelas. La poda se hacía de forma diferente, según las cepas, el suelo y la fuerza del viento. Sin embargo, durante los siglos que duró la dominación otomana, vid y vino pasaron a ser meros productos agrícolas locales. 

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Las aportaciones por parte de los vitivinicultores griegos han sido trascendentes: el estudio de los suelos de viñedos y su correspondencia con las vides específicas; el control de los rendimientos para la mejor concentración de sabores y calidad, entre otras

Los viñedos griegos se extienden sobre 165.000 ha, entre 33º y 40º de latitud norte. El calor relativo de esta zona queda atemperado generalmente por la influencia del mar y por la altura. Las condiciones climáticas son bastante constantes. Los suelos son pobres, rocosos, contienen caliza, esquisto, mantillo, arcilla y arena. En algunas islas hay un subsuelo volcánico de piedra pómez. 

Grecia cuenta con cerca de 300 variedades autóctonas, la mayoría de las cuales están muy localizadas y dotadas de un carácter propio. La mitad de los viñedos está destinada a la producción de vinos y, el resto, a uva de mesa y pasas. 

La gama de vinos griegos es amplia, blancos secos, tintos, moscateles dulces, tintos generosos e, incluso, espumosos. La producción anual alcanza los 600 millones de botellas, de la cual el 65-70% es vino blanco, incluido el famoso retsina. La mayoría de los vinos griegos y los blancos en particular, se disfrutan más cuando son consumidos jóvenes, con la excepción de unos cuantos como los Naoussa y los Nemea que deben envejecer, algunos incluso durante mucho tiempo. El Retsina (vino resinado) es un vino aromatizado exclusivo de Grecia. Su origen se remonta a la antigüedad, cuando el vino era transportado en ánforas de barro cocido selladas. Los sellos, una pasta compuesta de yeso y resina, impedían la entrada del aire y permitían conservar el vino por más tiempo. Como esto le daba un poco de sabor, los griegos llegaron a pensar que los vinos envejecían gracias a la resina: es así como nace la tradición de añadir resina al vino. 

Lugar especial me significan los vinos de Santorini, los cuales tienen un paladar diferenciado por ser producidos con las variedades blancas: Assirtyco, Atiri, Aidani y las tintas cultivadas como Mandilaria y Mavrotragano.  También en Santorini se produce un vino llamado “Vinsanto” muy parecido con el vino de postre italiano.

Algo que llamó mi antención, concretamente en esta isla es la conducción del viñedo: el ‘Κouloura’ (forma de canasto) y el ‘Κladeftiko’ (forma de arbusto).

Santorini tiene un clima mediterráneo, con inviernos suaves, pocas precipitaciones y estaciones primaverales frescas, caracterizadas por una brisa marina desde inicios de mayo hasta el final del verano. La brisa marina ocurre durante días cálidos, previniendo que las enfermedades fúngicas se propaguen en los viñedos. Dependiendo del estado de desarrollo de las viñas, los fuertes vientos pueden también ser destructivos, especialmente cuando las vides están en sus primeras etapas de crecimiento, resultando en pérdidas de rendimiento. En el verano y periodos cercanos a la vendimia, las condiciones climáticas son extremas: altas temperaturas, olas de calor y largos periodos de sequía, ambos eventos climáticos afectan el rendimiento y el desarrollo y composición de la baya y los perfiles aromáticos de los vinos asociados a las condiciones climáticas específicas de la isla. Las vides cultivadas no son injertadas, lo que se debe principalmente al suelo volcánico de la isla que obstaculiza la supervivencia de la filoxera. Por consiguiente, los viñedos de Santorini se encuentran entre los pocos viñedos pre-filoxéricos en Europa, donde la edad de las vides generalmente excede los 70 años y en algunos casos los 100 años. 

Continúa con: Una mirada al vaso de glögg

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