Hacienda La Lomita lanza una nueva propuesta de vino nacional con sus etiquetas Sacro y Pagano.

La joven vitivinícola mexicana presenta varietales de gran calidad para los nuevos conocedores.

El Valle de Guadalupe sabe de buen vino y actualmente contiene una gran oferta de bodegas vitivinícolas que han logrado ubicar a México como una opción segura que ofrece grandes productos. Entre los cerros de la comunidad de San Marcos, encontramos Hacienda la Lomita, un emprendimiento enológico inaugurado en el marco de la fiesta de las vendimias 2009, proyecto que ha sorprendiendo al país con un fresco portafolio de etiquetas que ha logrado colocarse como uno de los más recientes descubrimientos de los jóvenes amantes del vino.

Hacienda La Lomita es una suerte de alquimia donde se entremezclan varios elementos de la cultura mexicana. La fachada exterior remite a una vieja hacienda y una vez cruzando la puerta principal se revela el umbral de lo joven y moderno. Imponentes lozas de cemento sosteniendo maquinaria de última tecnología, paredes expuestas, iluminación atmosférica y arte contemporáneo.

Con el empresario Fernando Pérez Castro al frente, esta vitivinícola boutique se caracteriza por ser un emprendimiento familiar con la constante búsqueda de marcar la diferencia. Junto a su enólogo, Reynaldo Rodríguez, se han establecido tres coordenadas que dan sentido al proyecto: Amor por la tierra, pasión por el detalle y capacidad de asombro.Sus primeros vinos manifiestan de una manera contundente un ánimo deliberado por salirse del cuadro y coquetear con la irreverencia.

Pagano, Grenache. Aroma seductor. Evoca repostería y golosinas cubiertas por un elegante recuerdo de tabaco y cacao.

Sacro, Cabernet Sauvignon – Merlot. Intensidad en boca. Calidez en nariz como el café y la canela. Sabores intensos y firme acidez. Colores azulados y violetas.

Los nombres de sus etiquetas cuentan una historia de dualidad, armonía e innovación. La primera, Pagano, es una contrapropuesta al imaginario plagado de referencias religiosas que hay en el Valle de Guadalupe donde todas las bodegas llevan nombres de santos. Sacro, por su parte nos remite a virtudes como la piedad y compasión, reflejada en características propias de un varietal bondadoso como lo es el merlot.

Las botellas, intencionadamente fabricadas de forma cuadrada nos presumen un diseño único en sus etiquetas, el cual corrió a cargo del joven y talentoso artista tijuanense Jorge Tellaeche, quien también se encargó de intervenir las típicas cajas de madera donde se guardan los vinos.

Funcionalmente Hacienda La Lomita se rige bajo los preceptos del Free flow winery; todos sus procesos son conducidos por gravedad sin uso de bombas externas. Cuenta con maquinaria para molienda de última tecnología que permite hacer doble selección tanto de racimo como de grano y tanques de fermentación troncónicos provenientes de la Rioja Alavesa. Su sala de crianza lleva humedad y temperatura controladas. En términos enológicos operativos puede comparársele sin problema con las mejores vinícolas a nivel mundial.

Para la recepción y atención del creciente turismo vitivinícola, se cuenta con servicio de visitas guiadas así como una sala de catas, la cual a través de una atmósfera cálida y acogedora más la atención personalizada del sommelier; brinda a los visitantes un espacio perfecto para la apreciación de las diferentes líneas enológicas que ofrece Hacienda La Lomita

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Pagano 2009

Grenache 100 %

Notas de Cata

Vino brillante y limpio, color rojo granate picota, de capa media alta, su capa glicérica con sus arcos cerrados refleja un alto contenido de alcohol. En ausencia de un color evolutivo ni rastros de tierra, tiene una capacidad de evolución de máximo 3 años por lo que se recomienda consumir preferentemente antes del 2014.

Su nariz nos evoca la presencia de menta y arándanos, fresas y jamaica que nos hacen salivar al evocar su acidez, también encontramos caramelo de leche y recuerdos de maderas finas, canela, cacao y vainilla.

En boca confirma frambuesas, zarzamoras y bayas propias del otoño, llenando la boca de acidez y frescura tánica. De acometida media alta, que va desde la acidez y madera bien integrada hasta los recuerdos de dulce de leche, vainilla y canela.

2888 Botellas

Sacro 2009

Merlot y Cabernet Sauvignon

Vino rojo granate profundo e intenso, de cuerpo medio alto, su capacidad glicérica con sus arcos cerrados y lágrimas lentas nos indica un alto contenido alcohólico de más de 14.5%. Su cuerpo robusto es resultado de una buena extracción dando como resultado un vino con un potencial de guarda de por lo menos 5 años.

En nariz nos recuerda cerezas recién cortadas, granada, zarzamora, nuez moscada, vainilla, canela, clavo, madera bien integrada haciendo resaltar elegantemente su frutalidad.

En boca nos confirma zarzamoras, moras azules, cerezas, casis, chocolate amargo, gran ataque de acidez que lo hace un vino fresco y complejo al palpar en gran cuerpo su madera bien integrada y elegantes especias en retrogusto. De acometida larga que va desde el frescor de su tánica acidez hasta la untuosidad del chocolate y vitalidad del orozuz.

5400 botellas

Tinto de la Hacienda 2009

Mezcla de Zinfandel, Merlot y Grenache

Vino tinto rojo granate, brillante y limpio. De cuerpo medio y con densa capa glicérica que nos habla de un vino con alto contenido alcohólico.

En nariz nos recuerda frutos rojos maduros, ciruelas, higos pero frescos como para hacer salivar, tiene recuerdos de repostería, flan y dulce de leche, tiene una golocidad propia del Zinfandel.

En boca nos llena de acidez, frutas negras, moras, repostería y canela.

Espacio en Blanco 2010

Chardonnay

Vino blanco color paja, prado seco con visos verde tenue, brillante en ausencia de sólidos suspendidos o precipitados se puede ver un vino bien terminado. Sus capa glicérica es media alta y nos habla de un vino con contenido de alcohol de acuerdo al varietal y estilo.

En nariz nos evoca aromas cítricos, toronja y lima principalmente, también encontramos aromas tropicales como la guanábana, la guayaba y arrayán; su contenido alcohólico nos sirve de vehículo para los aromas torrefactos, lácteos y especiados, como el dulce de leche y la vainilla. En el fondo se puede percibir un toque de madera agrupándolo todo.

En boca confirmamos un buen ataque de acidez cítrica y tánica, pero con gran permanencia debido a su cuerpo y untuosidad aportando sabores a vainilla, chocolate blanco y en retrogusto medio alto un recuerdo de castañas. Consumir antes del 2012.

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