En Delicias terrenales parte 1 estábamos a punto de mencionarles la sorpresa del vino, éstos fueron magníficos vinos mexicanos. Recordemos que el quinto y sexto queso fue de leche de cabra elaborado en Celaya. Para maridar, Areli Curiel optó por “Vendimias”, un vino de Aguascalientes con una personalidad pícara, divertida y juvenil, que resultó muy fácil de tomar y disfrutar.

Para el penúltimo queso, de oveja con romero que resultó muy fresco y expresivo, Curiel decidió maridarlo con otro vino de Aguascalientes de uva nebbiolo, su nombre… Sophie. Este vino posee mucha expresión, con taninos medios, retrogusto largo y es redondo en toda la extensión de la palabra. A mi parecer, fue el mejor maridaje de aquella tarde.

Por último, degustamos un queso azul, fuerte con mucha potencia y a su vez sumamente suave. El maridaje fue un malbec muy equilibrado que vio la luz en los terruños de Aguascalientes, con ustedes el vino: Parcela.

Sin duda alguna, esta cata fue una experiencia memorable, en la que queso y vino fluyeron suculentamente y que me dejó una enseñanza para futuras ocasiones. Por ello, no puedo más que terminar citando el último comentario del experto Lee Salas, el cual me parece una verdad: “El queso es democrático, todo mundo tiene derecho a él”.

 

Publicidad

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.