Dentro del medio gastronómico podemos encontrar una gran cantidad de personalidades con una cantidad igual de especialidades: chefs, sommeliers, mixólogos, baristas e investigadores, por mencionar algunos. Hoy hablaremos de un personaje que solo podría ser catalogado como un alebrije culinario.
De familia de cocineros y sommelier de profesión, ella nos viene a sorprender con toques de irreverencia y extensa sabiduría: Sophie Avernin. Esta mujer por muchos años permaneció casi en el anonimato a la cabeza de Grandes Viñedos de Francia y con la responsabilidad de la creación de grandes selecciones de vinos para restaurantes que han aparecido en listados internacionales como el 50 Best Restaurants of Latin America, entre los que destacan: Sud777 de Edgar Nuñez, Pujol de Enrique Olvera o Rosetta de Elena Reygadas.
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Tras todos esos años de mantener un bajo perfil, solo recibir menciones ocasionales y tener pocas interacciones con el público en general, Sophie ha decidido salir y enseñarle un par de cosas a los gourmets modernos sobre la posibilidad de disfrutar la comida sin el uso de adornos verbales.
Su estrategia radica en una serie de cenas en diversos puntos de la ciudad en las que, en compañía de sus amigos, muestra a los comensales el lado más humano de los productos gourmet, como han sido llamados por el vox populi. Este peregrinar ha sido realizado un par de veces bajo el nombre de Cava Nómada –evento del cual ya hemos hablado con anterioridad– pero en esta ocasión, no vamos a centrar nuestra atención en este ambiente de amistades que te hacen recordar la primera cerveza, no. Ahora hablaremos de la mente maestra detrás del evento.
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Una velada con Sophie es, como ya lo he mencionado, una experiencia de humor irreverente que enmascara una serie de consejos gastronómicos y anécdotas de vida, que hacen que las horas parezcan minutos y las despedidas no sean un adiós definitivo, sino un hasta luego.
Ya sea en Maison de Famille con una tabla de charcutería francesa y un pinot blanc, o en Tacos Don Vergas con una pale ale y una variedad de tacos norteños, siempre hay una historia que contar, un chiste del cual reír o una lágrima que secar. A través de sus historias, Sophie te enseña un poco de lo que sabe del mundo gastronómico, haciéndote ver que es un paradigma en el que casi cualquiera podría entrar.
Pertenecer a una familia de cocineros trajo consigo muchas ventajas para Sophie, como el entrenamiento y refinamiento de su paladar, al igual que su temprana introducción al mundo del vino, aunque no todo fue miel sobre hojuelas para ella. Poder encontrar su propia identidad en la cocina, o su sazón como suele describirlo, le tomó diez años y tras esta búsqueda es que decide entregarse a la enología.
Pionera en su campo pertenece a la primera generación de sommeliers que se formó en México, y aunque use su tastevin como cenicero, su profundo amor por el vino ha hecho que incursione en diversos campos del saber enológico. Ha participado en la creación de algunos vinos, impartido clases, ofrecido catas y por supuesto, comercializa botellas de toda Europa y parte de México.
La preparación que le ha dado el estudio y su peculiar forma de ver la vida, ha hecho que solo pueda pensar en compartir sus conocimientos así como su pasión por la bebida y la buena comida, esperando a cambio más historias que poder contar, nuevas amistades con las que compartir una copa de vino y una proliferación de la buena cultura del vino en un país que poco a poco va descubriendo su interés por la bebida, tanto en consumo como en producción.
Y es por todo esto que, caer en una cena con esta mujer, es toda una vivencia (ya que no es fan de la palabra experiencia) que te dejará algunas cosas; primero, alguno que otro consejo para seleccionar un buen vino o cerveza; en segundo, un corazón satisfecho de comida y anécdotas, y por último, al menos un amigo –aparte de Sophie–, ya que ella es amiga de todo aquel que disfrute de la comida y la bebida.
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