La pintoresca ciudad de Parras conserva su arquitectura colonial y es uno de los 111 Pueblos Mágicos de México desde el 2004 por su gran aporte cultural, gastronómico y artístico.

Se localiza al sur del estado de Coahuila, en el noreste de México y es un área compuesta por abundantes mantos freáticos y una altura de 1520 metros sobre el nivel del mar. Los inviernos son fríos y bien definidos y los veranos son soleados con variaciones térmicas entre 15ºC a 20ºC. Esta constancia en temperaturas permite que la maduración de la vid sea paulatina y completa. Aquí yace la vinícola mas antigua de América: Casa Madero.

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Al tomar vino de Casa Madero, disfrutamos el sabor de la historia. Su historia comenzó en 1568 con la siembra de las primeras vides en el continente americano, y fue en 1594 cuando se probó el primer vino mexicano, obra del conocimiento y dedicación de los jesuitas. Fue así como se fundó la Hacienda San Lorenzo, llamada en honor a su fundador Don Lorenzo García, y que actualmente conocemos como Casa Madero.

Dentro de la hacienda se encuentra la Casa Grande, la cual se trata del casco de la hacienda. Con instalaciones dispuestas para la estancia y el hospedaje de visitantes, la Casa Grande es el lugar perfecto donde degustar con calma los reconocidos vinos de Casa Madero.

Al brindar con Casa Madero, destacan los deliciosos sabores y aromas de uvas cultivadas con amor, sembradas por las manos amorosas que durante siglos las han cuidado con esmero, y por supuesto, se saborea el orgullo de saber que son vinos mexicanos reconocidos en el mundo por sus cualidades únicas y gran calidad.

Su etiqueta llamada 1597 ha sido creada en homenaje al año de fundación de la bodega, con la más fina selección de sus mejores uvas que además son recolectadas durante la noche, logrando un verdadero ensamble de sensaciones en copa. A la vista, tiene un seductor color rojo rubí, profundo y brillante, y sus aromas son complejos y elegantes, con notas que recuerdan a especias, a cassis, higo, mentol, frutos secos, cacao y café. En boca es denso y aterciopelado, de cuerpo robusto, equilibrado con una persistencia alta, destacan aromas a ciruela, cassis y frutos secos.

Entre sabores que inundan el paladar de sensaciones y recuerdos, los vinos de Casa Madero exaltan su sabor adquirido por las uvas con el romanticismo nostálgico que envuelve el casco de su hacienda.

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