
El pasado 6 de marzo visitó México uno de los grandes sommeliers del País Vasco: Mikel Garaizabal, para impartir una serie de catas de vinos de la Rioja Alavesa, en particular de dos bodegas: Lar de Paula y Altos de Rioja. Con gran conocimiento y sencillez, este enólogo fue adentrando a los asistentes en las características
de la región y en las cualidades de sus vinos. Junto con esta exposición, Mikel Garaizabal pudo platicar con Sabor e arte sobre su labor de divulgación.
¿Qué fue lo que le sedujo del vino y qué lo sigue conquistando?
Que detrás de una botella de vino hay historias, formas de pensar, humanidad, idiomas, países, paisajes, hay tantas cosas… eso es lo que me apasionó y me sigue apasionando.
Como divulgador, ¿qué ha notado en el consumo del vino?
He dado más de 600 catas, y lo que he visto es que a la gente le gusta el vino que pide un segundo trago. Creo que debemos buscar más al consumidor y menos al crítico; los críticos tienen que bajar a la tierra y ver qué está pidiendo el público.
¿Cuáles son las zonas vinícolas que más le interesan y por qué?
Lo que busco en este mundo tan globalizado es la tipicidad de los vinos. Los que respetan el medio ambiente, la variedad autóctona y la forma de hacer de los viticultores. Lo que busco son vinos con raíz y tipicidad.
El vino ideal para diferentes momentos.
Escuchado su música favorita:
Siempre he sido de rock, de salsongo; así que tomaría uno de maceración carbónica, que son ligeros, frescos, muy aromáticos, y como a mí me gusta todavía la música joven, que mejor que canalizarlo con un maceración carbónica.
Tras recibir una excelente noticia:
Champagne francés; las burbujas son mágicas. Pero no me iría a los de las grandes compañías, me iría más al de pequeños cosecheros.
En un estado de melancolía:
Tomaría un Pedro Ximénez, o un amontillado que son vinos que tienen crianza en soleras únicas en el mundo. Ese punto de melancolía me puede llevar atrás, a esa gente que has perdido, a esa gente que te acuerdas de ellos por una serie de causas.