El chocolate tentador

Carlos Bracho
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Carlos Bracho. Actor de cine, TV y teatro. Fotógrafo y político. Miembro fundador de SOGEM, escritor y editor. Miembro fundador de “Leo, luego existo”, del INBAL.

El alimento de los dioses o sea el theobroma cacao o el cacaotero, que se da en las tierras tropicales o subtropicales, este árbol es oriundo, lo que le toca de esas tierras, de Tabasco, a donde hay que ir y visitar los lugares en donde se da este árbol y los habitantes ofrecen visitas guiadas para enterarse de cómo se elabora la bebida de los dioses. Y, chère Karla, el alimento que se ha enseñoreado del mundo es el chocolate. Al país al que fueres existen expendedoras de este néctar. La gran mayoría de restaurantes ofrecen en su carta el chocolate, y bueno es saberlo, también cada lugar le ha puesto o quitado comestibles para hacerlo del gusto de los habitantes de esa región. Se sirve a la mesa más espeso, más ligero, más espumoso, con o sin azúcar, en agua, con leche o sin ella, al tiempo o caliente. 

No hay en México despensa en donde no estén barras, tabletas de chocolate.

En varias ciudades de Europa existen grandes tiendas dedicadas a la venta de chocolates. Lo ofrecen en tabletas y en otras muchas composiciones, y uno se pierde al ver los estantes y aparadores en donde exhiben lo que dentro del local se expone. Los hay para todos los gustos. Y digno de visitar son los espacios en donde se ofrecen Churros con chocolate.

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Y, chère Karla, ahora mismo recuerdo que en algunas páginas de la historia, se señala que además de otros atributos alimenticios, es también una bebida afrodisiaca. Y por eso, en un libro en donde hablo de los beneficios que nos proporciona el chocolate, y tomado de la historia, escribí esto:

“Cortés, en su viaje a Tabasco, fue recibido por el caudillo de la región y le obsequió 21 bellas mujeres. Entre ellas estaba Malintzin, a la que Cortés atrajo para él, pues hablaba maya y náhuatl y el castellano lo aprendió casi de inmediato. En el sureste, en Tabasco, el chocolate era la bebida tradicional. En una noche calurosa y húmeda, Cortés llamó a la Malintzin, para que le tradujera lo que los caciques le habían dicho esa noche. La joven llegó con una jarra de chocolate”. El chocolate no era como hoy lo conocemos, en esa época lo tomaban los naturales en varias formas: frío, y con mezclas varias que lo hacían atrayente a quien lo bebiera: maíz, chile, miel, etc. (Unos estudios nos dicen que el nombre deriva del maya chocol y del náhuatl atl. Y Malintzin, era su nombre real, pero los españoles, por facilidad fonética, la bautizaron como Marina. También es conocida como La Malinche).

“Cortés terminó de beberlo, y la Malintzin fue por otra jarra. Y Cortés también se bebió todo el chocolate… A él le llegaban los cánticos de las aves y por la ventana llegaban los destellos de los astros. El olor de las ceibas inundaba el sitio. La Malintzin tenía el pelo suelto y su ligera falda dejaba ver las líneas de su cuerpo. Cortés olvidó lo que había pedido y cayó en las redes de Venus”. Allí, chère Karla, lo sabemos, nació una relación que duró muchos años. En vista de este acontecimiento, y a sabiendas de las propiedades del chocolate, amigas insumisas hay que beberlo, no una taza sino una jarra, ya que proporciona muchos y muy queridos beneficios para la salud.

Carlos Bracho

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