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Pocas personas saben quién es en realidad Malamén. Un mito, una leyenda: la tía de uno de los socios, la amante del bisabuelo de otro. Pero eso sí, todos coinciden en un libro de recetas que encontraron, en un ático oscuro en una vieja casa de Reforma. Y en los platillos que de ahí salieron y dieron a luz a este lugar y a su menú.

Malamén, el nuevo restaurante de grupo Bello Pouerto, que está ubicado en Emilio Castelar 121, es un oasis de originalidad y desfachatez en Polanco, un lugar que recupera fragmentos de la historia de esa gran mujer que le da nombre. También conocida como La Mala, era uno de esos personajes que deja huella y cuya vida tuvo un toque de misterio que inspiró la fantasía de muchos.

 El menú  está compuesto de comida collage que rescata episodios de la vida de La Mala; sus aventuras, sus amores, sus recuerdos un tanto nebulosos han inspirado platillos que, con su particular mezcla de sabores y olores, transportan al comensal a ese mundo de su pasado tocado por la leyenda. No puedes dejar de probar el English Muffin de Foie Gras o el Doner Kebab, recuerdo de uno de los muchos amores de Malamén y de los banquetes que presidía a la orilla del Nilo. Otro de los platillos legendarios del lugar es producto de un recuerdo transcurrido en la infancia de Malamén en Budapest, donde vivió con sus padres por un año. Se trata de la extraordinaria y galardonada Malteada De Flan De Cajeta, confeccionada por una cocinera mexicana que su madre llevó a la capital de Hungría. La Malteada De Flan De Cajeta ha sido premiada con El Dragón Rampante del Imperio Chino Al Mejor Postre en 1934 y obtuvo el Reconocimiento Culinario de Excelencia en el Festival De La Dulzura en Belfast, Irlanda, en 2011.

Para que la visita al mundo de Malamén sea completa, nada como acompañar estos platillos con la bebida que La Mala preparaba en honor de Oscar Wilde: el refrescante coctel The Picture of Earl Grey, un cítrico collage de Tanqueray 10 y té Earl Grey, con notas de limón amarillo y frambuesas.

Como nadie tiene la certeza absoluta de cómo era realmente Malamén, porque sabía eludir las cámaras fotográficas desde edad muy temprana, los más de 150 dibujos creados por Marco Colín que adornan el lugar, son simplemente aproximaciones a la definición de una leyenda. Toda esta atmósfera forma la experiencia Malamén, que lleva al comensal a sentir que el tiempo retrocede a la época de la vie bohème.

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