La presencia y participación de los países de nuevo mundo ha tenido como una de las principales aportaciones y consecuencias abrir las puertas a explorar prácticas enológicas y vitícolas diversas, con lo cual se ha roto con tradiciones y se han puesto a prueba nuevos conceptos. Desde finales de los años 70, en un contexto internacional, destaca el renacimiento de los vinos del nuevo mundo, los cuales se distinguen por diferentes condiciones de producción que se reflejan en distintos estilos de vino, empleo de diversos canales de distribución y comercialización y consumidores con características particulares. A diferencia de los países del viejo mundo, que se encuentran apegados a reglamentaciones estrictas sobre cultivo y producción en virtud de las denominaciones de origen, los del nuevo mundo dan margen a la experimentación sobre nuevas cepas, crianzas, etc.

Los vinos de nuevo mundo al ser resultado de la innovación de prácticas agrícolas como el riego, han hecho posible plantar vides en zonas diferentes incluso más cálidas, dando como resultado vinos con una mayor concentración de azúcar que se reflejará en vinos más cálidos de grados alcohólicos más elevados y mucho más frutales y expresivos aromática y gustativamente.

 

En materia enológica, el mundo se ha dividido en dos grandes rubros:

1. Los países tradicionalmente productores y consumidores de vino, con sus consecuencias en cuanto a historia, experiencia, procesos, etc., a los cuales se les conoce como países del viejo mundo o vinos de mundo tradicional: España, Francia, Italia, entre otros.

2. En contraparte, se encuentran los países emergentes, conocidos como países del nuevo mundo o vinos del nuevo mundo, que han aportado y enriquecido la producción desde muy diferentes factores: Australia, Sudáfrica, California (EU), Nueva Zelanda, Chile, Argentina, México, entre otros.

Hoy más que nunca, la mercadotecnia ha tomado un lugar preferencial y se contempla al vino como un producto en el cual es importante el empaque, los insumos, el precio, los canales de distribución y la comercialización así como la publicidad, entendiendo que el ciclo se cierra con el consumidor que es quien define el mercado.

Muchos autores afirman que el viejo mundo se caracteriza por enfocarse a la tradición y al terroir en tanto que el nuevo mundo lo hace en función de la tecnología y la ciencia y se privilegia la expresión de la cepa por lo que se ha enfocado a la producción de varietales o monovarietales. Los vinos vaietales son los que se elaboran de un 100% de una uva o al menos de un 75% u 80% de la misma variedad. Si bien es cierto que en un principio esta forma de hacer vino prevaleció, actualmente hay un lenguaje común a nivel internacional: el vino se hace desde el viñedo y la conjunción del terroir con las características que requiere tal o cual uva son más que elementales. Desde luego, el concepto de cepaje emblemático es una gran aportación principalmente del nuevo mundo y cuando se cuenta con una materia prima de excelente calidad, el enólogo optará por un varietal. Sin embargo, justo en esta característica que tiene el nuevo mundo de ser experimental e innovador, hoy por hoy se han sumado a la tradición del ensamblaje para producir vinos que denominamos coupages, de mezcla o de corte con una combinación de dos o más variedades de uva. Hay cepas que aportan más color, otras más estructura y que, en su conjunto, permiten que el vino se torne más complejo. Muchos de los vinos del nuevo mundo, están destinados para un consumo inmediato y son, por lo tanto, vinos de muy fácil beber, ideales para un público novel, que se inicia en el mundo enológico y/o una opción interesante para los paladares más exigentes. Pueden acompañar diversos platos ligeros y son, también, ideales como aperitivos. Están, por lo tanto, en sintonía con el estilo de vida de los consumidores actuales que desean que el vino que compran esté listo para beberse y que no requiera de la guarda para evolucionar y alcanzar su mejor punto, además de sumar: disponibilidad porque su elaboración permite la producción de volumen y accesibilidad en cuanto a precio, dado que existe una menor inversión en proceso, insumos y tiempo, por parte del productor sin merma de calidad. En esta sinergia, los productores han encontrado en el vino del nuevo mundo las características idóneas para satisfacer al nuevo consumidor y, a la par, elaborar productos cuyo proceso, consumo, desplazamiento y rotación, se lleva a cabo en corto tiempo, puesto que el vino permanece un periodo breve en bodega (comparativamente con los vinos del viejo mundo que tienen un periodo de crianza en barrica y botella), y por lo tanto, en el caso de los vinos de nuevo mundo la tendencia está enfocada a la producción de volumen, incluso desde el campo porque se trabaja con viñedos jóvenes, y, desde luego, a un retorno de inversión mucho más inmediato.

Escrito por  P i l a r  M e ré

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