A pesar de una herencia enológica de casi 500 años, la industria vitivinícola chilena se muestra joven y lozana, y está evolucionando con audacia

A principios de la década de los 80, Chile fue una bendición para muchos aficionados al vino norteamericanos e ingleses que buscaban una nueva fuente de buenos vinos a precios razonables. Al satisfacer esta demanda, Chile se convirtió en el primer productor sudamericano.

La especial conjunción de un clima mediterráneo templado con las particulares características geográficas del país, hacen de Chile un lugar ideal para desarrollar una viticultura amigable con el medio ambiente, que permite obtener una amplia variedad de estilos de vino.

El más reciente boom vitícola mundial de los años 90 del siglo pasado permitió que Chile llamara nuevamente la atención por sus excelentes vinos de precios muy accesibles. A medida que el interés crecía, Chile fue expandiendo sus viñedos e hizo un importante descubrimiento. Actualmente, cuatro sociedades dominan en mercado de exportación: Concha y Toro, Santa Rita, Santa Carolina y San Pedro.

Los vinos chilenos han recorrido un largo camino en sus 460 años de historia. Las bodegas han incorporado las últimas tecnologías, y la exploración de zonas, tanto nuevas como tradicionales, ha permitido que los viticultores consigan armonizar de manera óptima cada una de las variedades con su entorno más adecuado.

En 1995, una nueva reglamentación sobre las denominaciones de origen estableció cinco zonas de producción:

El Valle Central es una amplia región que se extiende 80 km hacia el norte de Santiago, la capital, y más de 240 km hacia el sur. Tiene condiciones climáticas variadas.

Cercano a Santiago, el valle de Maipo fue la primera región vitícola que se desarrolló y todavía tiene la mayor concentración de viñas. Gran parte de los cabernet sauvignon y de los merlot se producen de allí.

El valle del Maule, desarrollado en la década de los 80, es bastante más fresco, y es adecuado para la cabernet sauvignon, la merlot y la chardonnay.

Casablanca, la nueva región del Aconcagua, al noroeste de Santiago, goza de las brisas frescas del Pacífico. Los suelos cretáceos y arenosos dan una chardonnay que madura lentamente y aporta aromas delicados y concetrados. La merlot y la sauvignon blanc son las otras dos cepas preferidas. Más al norte están las regiones de Atacama y de Coquimbo. La región más meridional está situada a la latitud de Concepción.

La mayoría de los productores bautiza sus vinos destinados a la exportación con el nombre de la variedad: cabernet sauvignon, merlot, chardonnay y sauvignon blanc son las más frecuentes, pero ya es habitual que los productores ofrezcan vinos embotellados de uno o varios tipos de cepas a precios variados y bajo denominaciones diversas.

A pesar de una herencia enológica de casi 500 años, la industria vitivinícola chilena se muestra joven y lozana, y está evolucionando con audacia para satisfacer las necesidades de los exigentes mercados mundiales. Los vinos chilenos están disponibles hoy en más de 90 países de los cinco continentes, y las ventas siguen creciendo sanamente en medio de los actuales tiempos de estrechez económica.

Escrito por: Deby Beard

dbeard@saborearte.com.mx

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