Roganto es una bodega ensenadense que vinificó su primera cosecha en 2001, después de 13 años de elaborar vino con diferentes añadas. Este proyecto nació por la pasión de Rogelio Sánchez del Palacio y el ingeniero Antonio Luis Escalante Domínguez, quien supervisa la elaboración de vinos, asesorado por el enólogo Enrique Ferro Salazar.

La producción de Roganto se obtiene de viñedos propios en el Valle de San Jacinto con cepas de tempranillo, cabernet sauvignon, merlot y pinot noir. Asimismo, se adquieren cepas de los Valles de Guadalupe, San Vicente y Ojos Negros para que Roganto elabore destacados vinos como cabernet franc, chardonnay y sauvignon blanc.

Escalante habla del terruño de Baja California con amplio conocimiento y sabe que cada valle aporta algo especial a cada variedad. Factor que determina la procedencia de las uvas para sus distintos tipos de vino. Para el reposo de los caldos, el ingeniero Escalante comentó que utilizan únicamente roble nuevo, de origen francés, ruso, húngaro y americano aportando riqueza a las características organolépticas del producto que luego termina de afinarse en la botella.

Antonio Escalante mencionó la importancia de buscar nuevas zonas vitivinícolas: “en Baja California nos encontramos buscando una identidad y en México aún hay valles por explorar, sobre todo en zonas como Sonora, Chihuahua, Coahuila y Nuevo León, que pueden ofrecer excelentes microclimas propios para la vid. Mientras queramos aferrarnos a producir vino únicamente en los Valles de la Baja nos vamos a saturar y la zona va a decaer, porque aunque tenemos la tierra y el clima no tenemos agua suficiente para un crecimiento desmedido”.

Roganto se reconoce por un extraordinario cabernet franc, que por cierto no es común encontrar como monovarietal en México. De la misma manera han decidido romper tabúes, y en contra de muchas opiniones elaboran un pinot noir del Valle de San Jacinto. “Sabemos que los suelos son muy similares a los de Borgoña y todas las mañanas en verano recibimos la brisa marina que refresca los viñedos y los protege del sol con una neblina, la temperatura en la noche baja y para cuando el sol comienza realmente a calentar la uva ya son las 10 am. Por lo que la vid se mantiene más o menos fresca aun en el periodo caluroso. En el día podemos llegar a los 32oC y bajar en las noches hasta los 16oC lo que resulta en un amplio diferencial térmico entre el día y la noche que favorece la vid”.

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