Por fin, ha llegado el momento cumbre, son los días en que se sabrá cómo ha sido la gestación y florecimiento de las uvas. Es el momento mágico en el que llegará a su fin todo un período de tiempo en que las vides nos regalarán su producto tan anhelado por todos los que gozamos en la mesa de los vinos que nos harán más halagüeño y feliz el rito de la comida.
Sí, llega la Vendimia y es mágica su aparición porque no sabemos cómo la Maga Naturaleza nos va a prodigar esas sus magias. En todo el mundo los trabajadores, los vendimiadores, los dueños de las fincas, las enólogas, se dan cita en los campos para empezar la cosecha.
La cosecha nos dirá, luego de que esté terminada, sobre la calidad del vino. En el proceso, antes de la vendimia, ha influído, determinantemente, el sol, el clima, las lluvias, el calor, el frío, las heladas, etc.
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Sí, chère Karla, también es bueno señalar que para un buen resultado –o malo- de la vendimia, han de tomarse en cuenta varios factores. Por ejemplo, si hubo exceso en las lluvias, el vino, generalmente, será más ligero.
Proceso de vida de las vides
Pero mejor veamos cual ha sido el proceso de vida de las vides: En enero poda a mano de la vid. Marzo, la vid despierta de su sueño. Abril, aparecen los primeros pámpanos. Mayo, en algunos viñedos deshierban, en otros no hacen esta operación. Junio, floración. Julio, se desmochan algunos vástagos. Se efectúan las vendimias. Agosto, se efectúa un segundo aclareo (corte manual de brotes). Septiembre, la vendimia. Octubre, fin de la vendimia. Se abona la tierra. Noviembre, se podan los sarmientos. Diciembre, comienza la poda de la vid. Y el ciclo mágico se repite al infinito.
Esto que aquí expongo, chère Karla, es sólo un acercamiento muy general que nos permite conocer un poco sobre la vida en tierra de la vid. Desde luego que para obtener un vino de excelente calidad no existe una regla ni un orden establecido. No, porque estamos hablando de la naturaleza de la vid. Y ésta, como arriba lo hemos anotado, depende de muchos factores, entre ellos la situación geográfica de los países productores de vino.
Por eso es apasionante el mundo de la vid. Es una gran aventura la que se corre, una buena o mala suerte la que sufren o gozan los viticultores. Cada año, en cada vendimia, en cada cosecha, se vive con el alma en vilo.
La Naturaleza, sabia, nos dará ambientes propicios o no, climas, lluvias, calores solares, hielos. Y todo el mundo, si la cosecha produjo excelentes vinos, gozaremos, nos deleitaremos con el líquido que nos llevará a tener premios a nuestra gula. Nuestras mesas se verán coronadas, -y aquí va el agradecimiento- con el esfuerzo, el trabajo de las mujeres y los hombres que se dedican a esta honorable actividad.
Vino, el gran acompañante
Que es un pescado a las finas hierbas el que luce y nos pide que le tomemos una foto, pues un vino blanco seco puede ser el acompañante fastuoso.
Que es una carne de cordero, quizá un tinto con cuerpo sea el ideal para degustar el platillo. Si tenemos un plato con una selección de quesos fuertes, pues yo siempre abro una botella de tinto también fuerte.
Si estamos echándole ojitos al postre que es una tarta de frutas, puede que un rosado semi-seco nos haga la vida más placentera. Pero, como sabemos, y es bueno repetirlo: “En gustos se rompen géneros”. Y el gran final -sin dejar de pensar en las vendimias- es encender mi habano y tomar un espresso que llenará y cumplimentará mi gusto por lo bello que hay en la Tierra. Y que yo, humilde siervo de la Gastronomía, la sigo, la como, sin poner ninguna traba a todo lo que me ofrece.
