Por Rodrigo Contreras

Mis mejores recuerdos suelen estar acompañados de una taza de café. Me vienen a la mente las visitas de mi abuela, que no perdonaba su café matutino; o mi tiempo en la montaña, cuando todas las mañanas iniciaban con una taza de café recolectado por los lugareños; o las veladas románticas que cerraban el menú con un postre y un café tan calentito como nuestro corazón; o esas tardes frías y lluviosas cuando me acurrucaba, envuelto en una cobija, a mirar películas con la familia, con una moka entre las manos para contrarrestar el frío que se colaba en los pulmones.

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Para muchos como yo, el café es más que una bebida, es un estilo de vida, un compañero con el que compartimos los mejores y peores momentos. Lo tomamos al despertar, mientras trabajamos y cuando hemos perdido a alguien y queremos calentar el alma. ¿Pero alguna vez te has preguntado de dónde viene esa bebida tan cálida y amable que nos acompaña por la tarde?

Se dice que el primer café se sirvió en Etiopía, cuando las cabras de un pastor comieron cerezas de café y se animaron por el efecto de la cafeína; pero no fue hasta el siglo XVII que el café llegó a América, y en 1790 se plantó el primer cafeto en México, en Veracruz. Desde entonces la producción cafetera del país ha crecido exponencialmente y hoy somos el décimo país productor de café en el mundo, siendo Veracruz, Oaxaca, Chiapas y Puebla los estados más productivos.

A mí me gusta consumir local, así que siempre he buscado el café de estas regiones. Pero consumir responsablemente va más allá de tomar el café nacional.

Hace ya varios años tuve la oportunidad de pasar un verano en la sierra poblana, en una comunidad productora de café, y aunque descubrir el proceso de recolección fue maravilloso, enfrentarme a la realidad de sus cultivos también fue una experiencia abrumadora. Cuando Fausto, el hombre de la casa donde me hospedé, me contó cómo vendían su café a grandes empresas a precios ridículamente bajos en comparación con los del mercado, debo admitir que me tembló el puño con indignación.

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Por suerte, hay empresas que también se preocupan por las comunidades con las que trabajan y con el medio ambiente, que también se ha visto muy afectado por la producción en masa de café.

Una de estas empresas es Dharma Café, una marca con tan solo dos años en el mercado que tiene como prioridades la calidad del producto, el bienestar de la comunidad y el cuidado del medio ambiente. Sus fincas en Veracruz y Puebla no solo producen un café orgánico para el que no se utiliza ningún tipo de pesticida ni abono artificial, sino que sus granos son seleccionados cuidadosamente por los piscadores, a los que se les paga un sueldo muy por encima de la media. Dharma logra esto al ser tanto productor como distribuidor, eliminando intermediarios, lo que también se traduce en precios accesibles para nosotros los consumidores.

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Si quieres probar un verdadero café con causa puedes visitar la cafetería de Dharma en la calle de Liverpool en la colonia Juárez. Ahí encontrarás deliciosas bebidas creadas bajo la premisa de que la mejor forma de tomar café es la forma que a ti te guste. Cuéntanos en los comentarios cuál es tu bebida de café favorita.

¿Dónde?

Liverpool 46, Juárez, Cuauhtémoc, Ciudad de México, CDMX

Teléfono: 998 246 4572

https://dharmacafemx.com/

FB: @dharmacafemx

IG: @dharmacafemex

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