Lo prometido es deuda y así es como esta semana retomamos el té y galletas que tenemos pendientes, hablando de algunas diferencias entre bebidas que se suelen confundir, así como algunos mitos y realidades entre cafeína y teína.
Entrando en materia abrimos con la diferencia entre té y tisana, así como la aclaración del término infusión. Las diferencias entre estas tres van mucho más allá del nombre, pues implican preparaciones e ingredientes distintos. La primera de ellas es la más simple, pero la que quizá más confusión causa, y es el ingrediente base del que parten. Comencemos.
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Desde china para el mundo: el té
El té en cualquiera de sus variedades, incluidos los blends, se obtiene de las hojas de la planta Camellia sinensis. Si se cumple este factor determinante, puede ser considerado como tal, un té. Ahora bien, en cuanto a la preparación depende del grado de oxidación que presente la hoja: a menor oxidación menor temperatura requiere para lograr la infusión.
Para los tés menos procesados, la temperatura promedio ronda entre los 60 a 80 °C y su tiempo de infusión no supera los tres minutos. Entre más se acerque un té al 100% de oxidación (té negro), la temperatura aumentará hasta los 100 °C y el tiempo se elevará también hasta los 5 minutos; solo para los tés de mayor procesamiento, el agua debe alcanzar el punto de ebullición o de lo contrario, existirá una sobre extracción y soltará notas amargas, nada agradables al paladar.
Otro error común en la preparación de esta bebida es no retirar el infusor, ya sea en bolsa, hoja suelta o en algún recipiente. Pasado el tiempo recomendado se deben retirar las hojas del agua o también se sobre extraerán, aún cuando la temperatura no sea tan elevada.
Los remedios de antaño: infusiones
Pasando a éstas, podemos comentar que este nombre es genérico, ya que hace referencia al método de preparación de extracción de sabores y olores a través del uso de agua caliente. Esto significa que tanto té como tisana, pueden entrar en esta categoría pero al tener características muy particulares cuentan con su propia clasificación.
El campo de las infusiones está abierto a cualquier extracción de productos botánicos. Aquí encontramos los clásicos pero efectivos remedios de la abuela que implican algún botánico y agua caliente, desde la manzanilla, hierbabuena, menta y azar por nombrar algunas, hasta el agua de jamaica antes de ser enfriada. De igual manera al ser el nombre de un proceso, también el café se considera en esta “categoría”.
Para este proceso las temperaturas dependen directamente de las características de cada botánico, y los tiempos de infusión no son mayores a los 10 minutos, ya que todas las hojas pueden sobre extraerse y perder propiedades. De igual forma el material a infundir debe ser retirado al conseguir la concentración deseada.
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De la hoja al fruto y los extras: la tisana
Por último llega la tisana, bebida que a pesar de ser una infusión es la que más difiere con las anteriores. Son todos aquellos botánicos que no provienen de la Camellia sinensis o el café, algunas veces cáscaras de fruta y hasta especias o semillas. La otra gran diferencia es que puede o no retirarse el producto infundido.
Las tisanas frutales, por lo regular no son retiradas una vez infundidas a menos que sean cítricas, ya que los aceites de la cáscara pueden otorgar sabores amargos a la bebida. Otro detalle importante de esta preparación es que si está bien formulada la mezcla, no es necesario adicionar algún endulzante. Las infusiones se sugiere sean consumidas sin edulcorantes para mantener su esencia, aunque como siempre, depende del gusto de cada quien.
Cambiando de taza
Una vez más le toca al café salir a relucir entre las bebidas. Hoy nos enfocamos en la comparativa entre la cafeína y teína, químicos característicos del café y té, respectivamente. Muchas veces estos compuestos han sido tratados como algo diferente sin embargo, no lo son. Su estructura y afectaciones al organismo son las mismas, la única variación que presentan es la planta en la que se encuentran.
Ahora bien, si son lo mismo ¿por qué a las personas les afectan de manera diferente? La respuesta a esta incógnita presenta varios caminos para ser abordada, el primero implica una cuestión psicológica. Por lo regular, las personas están acostumbradas a ver al té como un sustituto del café por “carecer” de cafeína, logrando que exista una predisposición a creer que no les va a generar ningún efecto estimulante, aunque el químico sí está presente.
Otro de los caminos implica hablar de composiciones químicas pues si bien, ambas plantas cuentan con este compuesto en sus estructuras, en la Camellia sinensis se encuentra presente la L-teanina, lo cual ocasiona que los efectos sean diferentes a los del grano de café.
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El tercer enfoque que encontramos depende del método de preparación, ya que el café pasa mayor tiempo en contacto con el agua, lo que conlleva un mayor desprendimiento de cafeína que en el té.
En cuanto al matcha, el cual es un té verde pulverizado que se suspende agua a través de un batido, la presencia de cafeína es total, ya que se consume la hoja por completo, en vez de una infusión parcial como otros tés.
Levantando la mesa
Una vez hecho este recorrido por el mundo del té podemos ver que hay una gran complejidad detrás de la bebida, desde la diferencia con sus hermanas las tisanas, hasta las similitudes con el café.
Al final del día es cosa de gustos si se decide tomar cualquiera de estas bebidas; sin embargo, su correcta elaboración y el saber diferenciar entre cada una, aumenta la satisfacción en cada sorbo. Aún hay mucho por contar al respecto así que, no hay que dejarnos llevar por el pensamiento de que, si está en un vaso o una taza solo sirve para acompañar, todo lo contrario: también puede jugar un papel protagónico en el ensamble de la orquesta que se logra en la buena mesa.
Rescatando una frase de nuestra primera entrega:
“Si tienes frío, el té te calentará, si tienes calor te refrescará, si estás deprimido te animará y si estás excitado, te calmará” – W. Gladstone.
Con estas palabras cerramos esta travesía líquida con la ilusión de que una buena taza de té, ya no sea vista sólo como un simple remedio para la enfermedad, sino como un líquido energizante no solo para el cuerpo sino también para regocijo del alma.
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