Cada término de año es una época ideal para reflexionar, hacer balances y cerrar ciclos. Tradicionalmente en esta temporada, impera la magia, el glamour, el placer y el lujo que nos invitan a celebrar la fiesta de Navidad y de Fin de año. Sin embargo, desde 2020 y en este 2021 que ya agoniza, no hay nada de tradicional. La presencia de una pandemia que no esperábamos ha cambiado el mundo en todo sentido, nos ha cambiado a todos.

Dramáticamente nos sorprendió con incertidumbre, encierro, inestabilidad económica, aunque también y hay que admitirlo, nos ha dejado muchos aprendizajes.

Creo que hoy  podemos redefinir el lujo como la opción de estar vivos, sanos, con amigos y familia y ganas de salir adelante.

Ahora que existe la posibilidad, con todos los cuidados, de reunirnos, creo que debemos disfrutar la cena navideña y de fin de año con un buen vino. Te comparto algunos consejos y recomendaciones.

En México acostumbramos a servir múltiples platos como pavo, bacalao, romeritos, pierna al horno, etc.

Aunque existe la idea de que los pescados y mariscos armonizan con vino blanco, el bacalao, de sabor tan intenso, puede acompañarse incluso de un vino rosado en forma ideal.

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Si en el menú se incluye carne de cerdo o pierna adobada, un vino tinto joven con notas frutales puede hacer buena mancuerna con los toques de chile y las características de la carne de puerco.

El pavo navideño, con la complejidad de ingredientes especialmente en el relleno, puede sazonarse en su cocción con vino blanco y éste mismo puede maridar a la perfección una vez que el platillo está en la mesa.

También un vino rosado de buena estructura, frutal y de acidez presente nos ayudará a equilibrar los ingredientes. Una opción más, un tinto joven y frutal.

Para los romeritos existen dos opciones: un vino blanco con barrica, siendo el más común que podemos encontrar el chardonnay. Es importante asegurarnos que el vino tenga añejamiento en roble pues de otra forma  tendremos un vino con acidez destacada que no sería compatible con la potencia y la complejidad del mole. O bien, con un vino espumoso o champagne.

Los postres pueden armonizar con vinos dulces como el de Jerez u Oporto. Para postres con frutas o cremas, los vinos blancos van a la perfección, específicamente los alemanes o canadienses llamados icewines o bien un vino cosecha tardía o late harvest.

En general, es buena idea por lo menos elegir un vino blanco y un tinto, de estructura o cuerpo medio, equilibrado, con el fin de que todo sea lo más armonioso posible y tomar en cuenta las siguientes recomendaciones:

Los vinos tintos con cuerpo se complementan con las comidas de mayor temperatura, tibias a calientes.

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Los vinos blancos con madera, como un chardonnay, maridan con pescados de mayor contenido graso (salmón, bacalao o atún), y también con camarones, sopas y cremas.

Las pastas y quesos funcionan muy bien con tintos de uvas cuyo perfil es la frutalidad y el equilibrio y elegancia como la Merlot.

Alternativas muy interesantes para esta temporada, para compartir con los amigos, con la familia, pero también, una perfecta idea para ser un maravilloso obsequio durante las festividades decembrinas.

Mis más cálidos y sinceros deseos a todos mis lectores para que 2022, sea un año pleno de prosperidad, salud y amor y el agradecimiento por estar presentes en esta cita que tenemos con cada edición de Saborearte.

¡Salud!

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