El vino y la sexualidad siempre han ido de la mano.

Cuenta la mitología griega que esta bebida surgió de una lágrima de Dionisio –Baco para los romanos–, que se convirtió así en el Dios del vino y la fertilidad.

Cuando los griegos y romanos querían “aderezar” su vida sexual, bebían unos tragos de un líquido llamado Satirión (de la palabras griegas sátiro, un dios que permitía los excesos sexuales).

Sin embargo, los efectos reales del vino u otras bebidas sobre el comportamiento sexual aún están en duda, a pesar de lo que los usos y costumbres señalan.

El término afrodisíaco deriva de Afrodita (Venus en la Roma antigua), divinidad femenina griega relacionada con el amor, la fecundidad y la energía primaveral. Se suele denominar así a cualquier sustancia que realmente o por fantasía popular estimula o aumenta el deseo sexual.

Los afrodisíacos pueden ser clasificados en dos grupos principales: psicológicos: tipo visual, táctil, olfativo, auditivo) en internos (procedente de la comida, las bebidas alcohólicas, medicamentos).

Mientras que algunos trabajos previos ya habían vinculado el vino con una mejor respuesta sexual en los hombres,  pocos se habían preocupado de ver qué pasaba en el sexo femenino. Un grupo de investigadores italianos de las Universidades de Torino y de Florencia, han evaluado este último caso en 798 mujeres de la región de la Toscana. A las participantes, que llevaban más de tres meses en una relación estable, las dividieron en tres grupos. El primero estaba formado por aquellas que tomaban una o dos copas de vino al día (consumo moderado), el segundo grupo eran abstemias y el tercer grupo lo componían ‘bebedoras ocasionales’, que ingerían esporádicamente, pero menos de un vaso diario.

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De igual forma, las mujeres investigadas llenaron un cuestionario que mide el índice de la función sexual femenina a través de varias preguntas relacionadas con las diversas categorías: deseo, excitación subjetiva, lubricación, orgasmo, satisfacción y dolor.

 Las conclusiones obtenidas, publicadas en la revista ‘Journal of Sexual Medicine’, muestran que aquellas mujeres que bebían una o dos copas de vino tinto diarias obtenían mejores puntuaciones en el deseo sexual, en la lubricación y en la función sexual general que las participantes de los otros dos grupos.

Desde luego, esta información no es concluyente y es necesario hacer aún más estudios sobre el tema.

Carlos Bracho

Existen varias hipótesis en función de la relación vino-afrodisiaco.

Una de las hipótesis es que sean los polifenoles (uno de los componentes del vino) los responsables de esta mejoría sexual. Por otro lado, existen evidencias de que los flavonoides (otro de los componentes del vino) podrían mejorar la función endotelial, al mejorar la actuación del endotelio, se facilita la vasodilatación arterial y todo el conjunto tiene efectos positivos en las relaciones sexuales.

 La investigación italiana es una de las primeras en demostrar científicamente que un consumo moderado de la bebida de Baco tiene efectos beneficiosos en los momentos de placer en la intimidad. Esta propiedad saludable del vino se suma a las otras que tiene y que han sido ampliamente demostradas, como que reduce la enfermedad coronaria y la mortalidad, es preventivo contra problemas de Alzheimer e incluso, algunos estudios señalan que es preventivo de algunos tipos de cáncer.

El vino ¿un afrodisíaco?

Se lo dejo a su criterio… entre tanto: salud en el mes del amor y la amistad.

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