Chère Karla:

Dedicado al Día Internacional de la Mujer. 

(Lo celebro el día de hoy, de mañana, de siempre)

Empecemos: Más de 130 Pueblos Mágicos engrandecen el entorno social y cultural mexicano. Son sitios con historia, con una carga vital de hechos notables que señalan, sin lugar a duda, su arraigo en las tradiciones locales y en los festejos con que lo celebran sus habitantes, rito que los hace únicos. En cada uno de sus rincones hay una magia que los convierte en lugares con encanto. No se diga su gente, sus pobladores que orgullosos le muestran al visitante sus logros en la comida, en el producto de sus industrias -que aquí, Villa del Carbón, por ser tierra de buenos charros hay factorías que trabajan bellamente el cuero, y tiendas que los lucen: Pieles, botas, bolsas, etc.- Y lo que sus campos producen, maíz, frijol, legumbres, etc., para preparar los alimentos más variados y que los orgullosos campesinos les darán santo y seña.

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Imagen de: https://www.gob.mx/sectur/articulos/villa-del-carbon-estado-de-mexico

Y admirar sobre todo sus calles, sus casas, sus iglesias, sus portales, que conservan todos estos lugares sus rasgos originales lo que los hace tener atractivos varios, y merecer, por eso y más, el ser nombrados PUEBLOS MÁGICOS. El caminar por los callejones, el observar sus ventanas, sus puertas, los colores de sus paredes, son imágenes que se les quedarán grabados en la memoria, para, pasado el tiempo, comentar todo este paseo con la familia.

Así que en esta Semana Mayor yo les sugiero a todas las amigas de la cocina, a todos los amigos que gustan del buen comer, que anoten en su agenda una visita a Villa del Carbón, municipio del Estado de México, en donde los Otomíes llegaron y después de su asentamiento lo siguieron poblando nuevas gentes durante el periodo colonial. Está situado al noroeste de la CDMX. De Naucalpan a Villa del Carbón se hace de tiempo una hora con treinta minutos. Y hoy, para llegar a este sitio mágico, la forma más fácil la encuentran en el GPS. Este pueblo les ofrece posadas y hoteles limpios, seguros, agradables y buena comida. Pasarán días alegres, felices y también, si están dispuestos, de retrospección y pensamientos de valor espiritual. Encontrarán todo lo deseado para pasar una semana visitando sus tiendas de artesanías, sus museos, y observar las construcciones originales de sus casas que le dan un “sabor” único. Deberán visitar la Presa Taxhimay, tomar una lancha y observar de cerca la torre de la iglesia sumergida. De regreso al pueblo el hambre aprieta y por fortuna hay varios restaurantes en donde podrán disfrutar de ricas sopas, deliciosas ensaladas, antojitos de la región, tortillas hechas a mano y la bebida que más les guste.

Imagen de: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Villa_del_Carbón_%2826%29.jpg

Ustedes ya saben lo que la costumbre para el pipirín de la Semana Mayor indica: Empanadas rellenas de atún, capirotada, huevos preparados al gusto, miel de abeja, pescados, frutas, verduras, legumbres, sopa de ajo, torrejas, camarones, habas, lentejas, nopales, papas, etc. Ahora bien, al estar sentados en el restaurante, con la lista de comestibles señalada arriba, pida al mesero aquellos platillos que contengan dichos ingredientes, que, como digo es lo que la costumbre indica. Es fácil. Es grato, es reconfortante el salir de malos aires citadinos y al estar en sus PUEBLOS MÁGICOS rememorar el pasado de México. ¿No es así chère Karla?

Pues allá nos vemos.

Que pasen, siempre, días en donde la paz y el amor imperen.

Vale. 

Carlos Bracho

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