Chère Karla: En días pasados estuve en una región veracruzana, que además de bella, cálida, es famosa por su buen café: Coatepec, Orizaba –que es Pueblo Mágico- y Córdoba.
Estuve presentando mi libro de La Lujuria del gourmet, que, como tú sabes es una compilación de artículos publicados en ésta nuestra revista Sabor E Arte y otros temas publicados en diversos medios. En Orizaba, tierra que vio nacer a Cri Cri. –don Francisco Gabilondo Soler- cantamos sus canciones para recordar los tiempos lejanos de nuestra niñez.
Y lo hicimos acompañados por unas copitas de un licor de café y otras tazas de café espresso.
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Y mira, chère Karla, la combinación, si hay ambiente adecuado, si hay camaraderia y el café es bueno, pues resultará ser un convivio en donde el éxito estará presente.
Te confieso que la canción que mejor nos salió, en donde no hubo “gallos” ni desentonamos, fue “Los tres cochinitos” o Los cochinitos dormilones. Y además, como se trataba también de catar y saborear variedades de café de la región, al finalizar este evento, yo salí cargado con varias bolsas de café para tenerlas listas en la despensa.
Y como había amigas de Orizaba y amigos de Córdoba, pues la “pelea” por ganar, por triunfar, estuvo presente. ¿Por qué? Pues los de la tierra de Cri Cri decían que el mejor café era el que ellos producían, y claro los de Córdoba lo negaban.
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Total que después de un rico y sabroso y oloroso tiempo, el empate fue la salomónica decisión de la mayoría. Y bueno, aquí les podría decir a nuestras lectoras insumisas y bebedoras de café, que escojan el que más les guste.
Que lo preparen en la cafetera de su preferencia, ya sea italiana, francesa, inglesa, o la mexicana olla de barro, etc., que en todo caso, al servirlo en su taza preferida, como café americano, o café espresso, -y Kàrla, no te digo que hay también gustos para el Capuchino, o para el Moka o irlandés o turco, etc.- le ponga azúcar o no, en fin, que hay, por fortuna, un mundo de estilos y formas en las que el café es la estrella rutilante, y que además, es la cereza del pastel al final de una reunión de trabajo, o el final feliz de un banquete.
Sí, la vida sin café no es vida. Por cierto cuando vayan nuestras lectoras a París, en Champs Elysees, hay lugares destinados al café de Colombia, de Brasil y claro de México.
Tomen asiento, pidan su espresso, y a gozar con el desfile de parisinos y de todas las nacionalidades que se dan cita en la Ciudad Lux (La Ville Lumière), para visitar sus museos, la Tour Eiffel, el Louvre, navegar por el Seine, y claro, asistir a los grandes restaurants y deleitarse con su gastronomía que tiene un lugar supremo en el mundo de la Cocina, y como arriba he dicho, coronar el viaje con un humeante café que nos hará recordar todos y cada uno de los detalles del viaje.
Termino esta charla, deleitándome con un café espresso de Córdoba y para no provocar enojos vanos, mañana comenzaré mi día con un espresso de café de Orizaba.
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