Se dice que cuando Van Gogh se cortó la oreja estaba bajo la influencia del ajenjo; otros mencionan que las llamativas tonalidades verdes en la paleta de Gauguin no son una coincidencia y reflejan a través de su obra su amor por este destilado.
El ajenjo, también conocido como absenta, surgió a finales del siglo XVIII; su origen es debatido, mientras unos aseguran que los primeros destellos de este destilado de culto vieron la luz en un convento Suizo, otros aseguran que el creador fue un doctor francés.
Éxtasis y arrebato
Sin importar cual fuere su origen, está claro que el “hada verde” como fue llamada por muchos en Francia a finales del siglo XIX fue y ha sido una bebida que se ha impregnado con un aire de éxtasis y arrebato que inspiró a las grandes mentes del momento.
“Después del primer vaso, uno ve las cosas como le gustaría que fuesen. Después del segundo, uno ve las cosas que no existen. Finalmente, uno acaba viendo las cosas tal y como son, y eso es lo más horrible que te puede ocurrir”
Oscar Wilde
Tomó fuerza con el impresionismo, y nombres como Degas, Van Gogh, Gaugin, Manet, hasta Hemingway o Wilde se jactaban de consumirla, haciendo de este destilado un elemento presente en las esferas artísticas a finales del siglo XIX.
Ganó popularidad pues se creía que al beberla se experimentaban efectos psicotrópicos y alucinaciones al que la consumiera.
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Hada Verde
Ajenjo, flores de hinojo y anís son los tres principales ingredientes de este destilado, la inclusión de otras hierbas como la angélica, cilantro, enebro o regaliz era común para crear recetas propias.
El proceso de elaboración iniciaba con la maceración de las hierbas antes mencionadas en un alcohol neutro como el ron o el vodka. Después de una primera destilación se proseguía con una segunda maceración.
Se seguía con el uso de agua para rebajar la mezcla hasta conseguir la graduación alcohólica requerida por el productor, que normalmente variaba entre un porcentaje de 60 a 75% de alcohol.
Más tarde, el destilado pasaba a envejecerse de tres a seis meses por lo cual un ajenjo color verde brillante expresaba jovialidad mientras que uno marrón aseguraba una mezcla reposada.
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La prohibición
A finales del siglo XIX el ajenjo era estrella de los bares, cosa que no gustó mucho a los productores de vino del momento, que decidieron tomar cartas en el asunto.
Después de presentar varios estudios “confiables y serios” que aseguraban la peligrosidad del ajenjo, se desencadenó un movimiento de prohibición que se llegó a llevar a cabo en Francia y Estados Unidos.
Pero el ajenjo no era ese “diablo verde” que todos creían.
Los efectos psicotrópicos y alucinaciones pasaron a ser un mito, pues el ajenjo además de caracterizarse por su peculiar tonalidad verde también resaltaba por algo en específico: sus altísimos niveles de alcohol.
Los efectos del ajenjo en el consumidor no pasaban de una borrachera bien puesta.
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¿Cómo se consume el ajenjo?
Muchos la consumían a pequeños tragos, pero alrededor de la popularidad que rodeó al ajenjo, se creó todo un ritual para beberlo.
Servido en una copa de cristal, se ponía dentro una parte de licor y de dos cuatro porciones de agua fría.
Esta agua solía pasar por una cucharilla especial que tenía varias perforaciones; aquí en algunos casos se ponía un cubo de azúcar el cual se diluía cuando pasaba el agua.
¿Qué te parece la historia que rodea a este destilado? ¿Lo has probado?
No nos cabe duda de que esta bebida se ha ganado su propio lugar en la historia, acompañando a algunas de las grandes mentes que hoy en día recordamos a través de sus obras.
