Seguramente más de una vez han pasado por sus mentes preguntas extravagantes y que a primera vista no tienen sentido. Bueno, a partir de una de esas interrogantes es que puedo escribir esta nota.

Si fueran una comida que marcara la historia, ¿cómo les gustaría ser representados? En mi caso optaría por la pintura. Dura mucho tiempo, puede ser restaurada si se daña y, sobre todo, siempre habría alguien con antojo al verla, o eso es lo que esperaría. Pero como todo en esta vida, depende del estilo que se use y, al menos, con respecto a lo que nos reúne en esta ocasión, la categoría en la que se clasifica dicha pintura.

Dos de los tipos de pintura de los que vamos a hablar, son bastante populares y hemos escuchado de ellos, al menos una vez, en los museos. Me refiero al bodegón y a la naturaleza muerta, pueden ser tan parecidos, que algunos los tratan como sinónimos, pero ya veremos que no lo son.

De la tumba al museo

En cuanto al tercer invitado de la nota, prefiero mantenerlo aislado, hasta que llegue su momento de brillar. Así que vayamos en orden “cronológico”, remontándonos a los albores de la pintura clásica, o al menos de las más antiguas que se tiene registro, con civilizaciones como la egipcia, fenicia y posteriormente, griega y romana.

Lo que relaciona dichas culturas, son las primeras representaciones de los alimentos que conformaban tanto banquetes, como comidas diarias. Se puede decir que es el surgimiento de los bodegones, aunque en su primera etapa no eran para adornar, o registrar lo que se comía, sino para llevar paz a los muertos en la otra vida.

No sería hasta la Italia renacentista en que los bodegones adoptan el corte con el que los conocemos en la actualidad. La finalidad de los mismos consistía en registrar los alimentos de la región, temporada e incluso familia que los consumía. Claro que como toda pintura guardaban un fondo de presunción, sobre todo los que eran bajo encargo.

Durante este periodo se genera un rompimiento en la forma de crear bodegones, por un lado, resaltan colores brillantes y una gran cantidad de luz en las pinturas, y en otro plano, saturar de oscuridad para resaltar las tonalidades de los elementos centrales de la obra, lo que se conoce como claroscuros.

De igual manera dos frentes se dibujan en el horizonte, el fuerte bloque de grandes pintores italianos, y la naciente potencia de países bajos, encabezados por los holandeses. A la par de que los bodegones se posicionan como un punto de partida en la carrera de la mayoría de los pintores, un nuevo tipo de pintura toma posiciones en el tablero.

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Más allá de los alimentos

Su origen se disputa entre Italia y Holanda, pero la terminología está neerlandés (idioma de Holanda) y es still life, que se puede traducir como vida o naturaleza quieta. Al hacer el cambio a italiano (natura morte) es que nace la versión en español y que conocemos como naturaleza muerta.

Un cambio de apariencia insignificante, pero que determina todo, pues para muchos, al pensar en una naturaleza muerta, las imágenes que son evocadas a la mente son de elementos del entorno en decadencia o sin vida. Pero el enfoque con el que se deben realizar, realmente es con el de un grupo de elementos naturales que se acomodan de cierta manera, para obtener una armonía.

Aquí es donde recae la principal diferencia de estos dos primeros tipos de pintura, por un lado, tenemos a los bodegones y su afán de registrar los alimentos que se consumen o simplemente se pueden adquirir, adornados por objetos de uso cotidiano. Mientras que la naturaleza quieta simplemente resalta la belleza del entorno, con un mosaico de elementos, mayoritariamente florales, buscando la armonía.

La vida y su fugacidad

Por fin llegamos al momento de hablar del último integrante de la triada pictórica, el vanitas. Como su nombre lo indica, hace referencia a la vanidad, pero no al significado en español, sino del latín, que tiene un sentido de vacío y finitud.

El término proviene de la expresión vanitas vanitatum omnia vanitas, que se traduce a “todo es vanidad”, haciendo referencia a la fugacidad de la vida. Es justo en este momento en que las imágenes de putrefacción, decadencia y elementos relacionados con la muerte toman sentido, ya que era la forma en que los artistas podían expresar este concepto.

Así como los bodegones y las naturalezas quietas tienen importancia en Italia y Holanda, el vanitas destaca en España. Impulsado fuertemente por las creencias religiosas de dicho país, haciendo que las obras fueran un elemento de reflexión para alcanzar la trascendencia espiritual, dejando a un lado la tentación de las posesiones materiales.

Como podemos ver, las diferencias entre los tres tipos de representación, son mínimos, ya que en cualquiera de los casos los elementos ocupados pueden ser los mismos. Pero el significado e intención que cargan consigo es totalmente distante, el uno del otro.

A través de una sola pregunta, impulsada por la curiosidad y el querer compartir con ustedes de las locuras que pasan por mi mente, surgió esta nota. Este sólo es el primer paso, pronto seguirá la música y los colores, ya veremos que resulta de esas interrogantes sin sentido aparente.

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