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La innovación está presente en todos los ámbitos de nuestra vida y, por supuesto, la gastronomía no se queda atrás. Cada día cobra más relevancia la aplicación de nuevas técnicas, la mejora de los procesos de producción y la creatividad dentro del campo culinario. Desde luego, la creación gastronómica tiene lugar en los procesos de elaboración del punto de venta: el restaurante.

Sin embargo, no todo tipo de innovación en el ámbito gastronómico es positivo y en ocasiones compromete la calidad de los productos que ofrece a sus comensales. Además, muchos de los procedimientos no son comunicados de manera adecuada al consumidor, tales como el uso de los sucedáneos.

Se da este nombre a los productos que, teniendo condiciones similares a otros, pueden reemplazarlos, a veces excluyendo también algunos nutrientes. El término también puede usarse para aludir a un producto alternativo hecho a base de sobras, pero que es más económico que el original, como es el caso del surimi. La característica principal de los sucedáneos es su creación a través de procesos químicos que aunque aseguran su calidad, no son genuinamente naturales y contienen un aporte nutricional deficiente, sin embargo, la tendencia y la demanda de sucedáneos va a la alza.

Su mercado incluye a un amplio sector de consumidores, principalmente por su bajo costo, además de que sus características ofrecen alternativas, por ejemplo, a los vegetarianos y veganos, también a los no vegetarianos que desean reducir su consumo de carne por motivos de salud o éticos; sin embargo, nadie tiene en cuenta qué consecuencias a la salud pueden acarrear su uso indiscriminado.

Los sustitutos en su mayoría, en forma de crema, líquido o purés no procuran una sensación de saciedad, por la ausencia de masticación y por el poco volumen que ocupan en el estómago. Además, pueden producir carencias nutricionales si se utilizan por un largo periodo.

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“No es bueno utilizar sucedáneos de ningún tipo, se recomienda que hasta los dos años de edad se usen estos productos, sin embargo nosotros seguimos utilizándolos en nuestra vida diaria aun cuando ya no los necesitamos. Debemos utilizar el plato del buen comer que incluye: frutas, verduras, cereales, agua y carne”, explicó la Licenciada en Nutrición Adriana Pinzón Navarro, del departamento de Servicio de Gastroentorología y Nutrición del Instituto Nacional de Pediatría.

Pinzón añadió que como consumidores no tenemos el cuidado de revisar lo que ingerimos, ya que no vemos si cuentan con nutrientes o no, los compramos simplemente por el precio.Existen restaurantes que prefieren ofrecer calidad por encima de los bajos costos, al brindar alternativas 100% naturales para todos los estilos de consumo.

“En Garabatos le ofrecemos a nuestros comensales lo que estamos dispuestos a darles a nuestros propios hijos, por lo que recomiendo que antes de ver precio, busquen lo que hace bien a su cuerpo”, informó Abraham Bleir, Presidente de Grupo Garabatos.

El también Vicepresidente de Relaciones Gubernamentales de la CANIRAC comentó que es responsabilidad de la industria restaurantera innovar de manera ética en el proceso de producción de alimentos y ofrecer a sus clientes artículos que cumplan con todas las normas de calidad y aporte nutricional además de un buen sabor.

En la década de los años 50 se inicia la era de los alimentos industrializados debido a la demanda alimentaria que se incrementó de manera exponencial y se propone por primera vez la fabricación de sucedáneos.

En el siglo XX se inicia la producción industrial de alimentos, la tecnología nos invita a pensar que podemos “fabricar alimentos”. Los sustitutos alimenticios son productos industrializados que tienen sustancias químicas, especialmente conservadores como: glutamato monosódico, nitritos, sal yodada, fructosa, entre otros.

Toledo detalló que nuestro cuerpo no está diseñado para procesar y digerir esta variada y gran cantidad de aditivos alimenticios, que son parte de los sucedáneos alimenticios, ya que son en su mayoría sintéticos y tóxicos para el organismo.

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Estudios revelan que el cuerpo al verse en contacto con sustancias tóxicas reacciona constantemente contra los alimentos y genera mecanismos de defensa que debilitan el cuerpo y favorecen la aparición de enfermedades crónicas como cáncer, hipertensión y aumento de colesterol.

Por otro lado al ser alimentos fabricados, el cuerpo no es capaz de utilizarlos como nutrientes para generar energía y equilibrar el metabolismo, sino todo lo contrario, la mayoría de sustancias y moléculas que el cuerpo no reconoce como alimentos los deposita en órganos vitales, generando un pH ácido de la sangre y absorbiendo minerales importantes de tejidos para equilibrar el daño.

El ser humano está fabricado para consumir alimentos naturales que pueda utilizar para tener energía y reparación de tejidos, cuando consume alimentos fabricados entorpece el funcionamiento del cuerpo, lo intoxica y lo debilita.

Por otro lado, en un reciente estudio, la Universidad de Purdue, Estados Unidos afirma que el consumo de edulcorantes comerciales incrementa las posibilidades de adquirir diabetes tipo 2 y síndrome metabólico.  Los nutricionistas que participaron en el estudio recomiendan a la población informarse sobre el consumo de sucedáneos a través de las etiquetas[1].

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