El descubrimiento del fuego, que se remonta a 500.000 años a. C., marcó un momento crucial en la historia de la humanidad, encendiendo no solo llamas sino también innovación culinaria. Entre las primeras comunidades en aprovechar el poder del fuego estuvieron los cazadores, quienes sin darse cuenta dieron origen a lo que hoy conocemos como barbacoa. Sin embargo, son las pampas argentinas y los gauchos legendarios a quienes a menudo se les atribuye el mérito de ser pioneros en esta tradición en América Latina.
En México, la carne asada tiene un significado cultural e histórico similar al asado argentino. Particularmente en las regiones del norte, está íntimamente relacionado con el fuego, visto como el medio transformador que eleva los alimentos a nuevas alturas.
Lee también: 8 tips para hacer carne a la parrilla perfecta

Piedra y Brasa es un homenaje culinario a este rico legado gastronómico. En Piedra y Brasa, la atención se centra directamente en las carnes y mariscos, con énfasis en acentuar los sabores naturales de los ingredientes utilizando parrillas de horno de fuego directo a alta temperatura. La pieza central de su cocina es el horno español JOSPER, una maravilla de tecnología culinaria que garantiza que cada corte se cocine a la perfección absoluta antes de ser presentado sobre brasas directamente en su mesa.
Tras el rotundo éxito de su restaurante insignia en Bosque Esmeralda, Piedra y Brasa ha ampliado su presencia al centro comercial Centtral en Interlomas. Aquí, somos recibidos por una impresionante combinación de elementos inspirados en la naturaleza, elegante piedra negra y abundante luz natural, creando un ambiente sofisticado y acogedor.

Elegancia, modernidad y estilo cosmopolita definen la esencia de Piedra y Brasa. El restaurante se esfuerza por mostrar la mejor cocina del norte de México, maridada de manera experta con una selección excepcional de vinos y cócteles innovadores. Cada corte, amorosamente aromatizado con romero y acompañado de una variedad de salsas mexicanas, promete un festín sensorial para el paladar.

En el corazón de la experiencia se encuentra el arte de la carne. Desde la suculenta tira New York hasta la suculenta Picaña, cada corte se prepara meticulosamente para garantizar jugosidad y textura óptimos. Pero la verdadera magia se desarrolla con el horno español JOSPER, el arma no tan secreta del restaurante. Este ingenioso dispositivo impregna cada corte con los embriagadores aromas de la parrilla, lo que da como resultado carnes cocinadas a la perfección absoluta. Y el viaje no termina ahí: cuando el plato llega a la mesa sobre un lecho de brasas calientes, el proceso de cocción continúa, lo que nos permite adaptar el punto de cocción final a sus preferencias exactas.
Quizás te interese también: Gardela, a pasarla rico



En mi reciente visita, saboreé los sabores sublimes de los cortes, complementados con guarniciones de esquites y guacamole recién hecho. Fue un momento de puro éxtasis culinario, donde cada bocado tentó las papilas gustativas y me transportó a reinos de puro deleite.

Piedra y Brasa no es sólo un restaurante, es una invitación a disfrutar de momentos que trascienden lo común, donde la unión del fuego y la comida dan lugar a experiencias inolvidables. Con cada visita, disfrutamos de una sinfonía de sabores, una celebración de la maestría culinaria y un viaje de los sentidos como ningún otro.