De la luna, del melón, fasting (ayunos intermitentes), de los asteriscos; existen tantas teorías y dietas en el mercado que es difícil saber con certeza qué funciona realmente. Lo que es un hecho, es lo complicado que resulta encontrar un régimen alimenticio que se acomode a nuestros horarios y al estilo de vida actual ya que, en su mayoría, requieren de medidas específicas o cocciones un tanto elaboradas, haciendo sumamente tentativo el romperla en la primera oportunidad o ataque de hambre que se nos presenta.

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Difícil, pero no imposible

Existiendo tantas opciones y tan poco tiempo, nos hemos dado a la tarea de investigar una nueva tendencia que promete bajar de peso y quemar la grasa acumulada en poco tiempo: la dieta Keto; esta filosofía tiene como finalidad crear nuevos adeptos en el mundo del low carb, mostrando una manera distinta para el organismo de conseguir energía, prometiendo resultados rápidos y un mayor rendimiento corporal.

¿En realidad funciona?

Apelando al sentido de investigación y con el afán de combatir el exceso de información que existe dentro del mercado, me decidí a documentar y seguir este régimen durante 15 largos y tortuosos días, en los cuales, además de comprobar si existían o no resultados sustanciales –suficientes como para alejarme un tiempo de mis amados postres–, lo más importante era comprobar si era una alimentación factible de realizar con horarios de trabajo poco convencionales y rutinas cambiantes. Esto fue lo que sucedió:

Paso 1: Analizando la teoría

Keto cuyo nombre proviene del inglés ketogenic que significa cetogénica, consiste en ingerir un nivel alto de grasas insaturadas, proteínas moderadas y la bella –y complicada– cantidad de tan sólo 20 gramos de carbohidratos por día  (para que se den una idea, una rebanada de pan integral puede llegar a tener hasta 28 gramos de carbohidratos). 

Este régimen hace entrar a nuestro cuerpo en un estado de cetosis (se producen ciertas sustancias en el organismo llamadas cetonas, que contribuyen a la metabolización de los compuestos grasos); en este estado, la principal obtención de energía provendrá de las grasas, pero ¿de dónde se obtiene normalmente la energía?

Antes de comenzar el proceso, les explicaré un poco de cómo funcionamos. Según estudios realizados por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) un ser humano con una alimentación tradicional consume entre un 45 y 50 por ciento de carbohidratos en su dieta diaria, los cuales son procesados y convertidos en combustible para nuestro organismo, por lo que al intercambiar ese porcentaje y limitarlo a sólo 20 gramos al día, tendremos que utilizar la grasa como medio de obtención de energía.

En resumen cambiamos un combustible por otro, ¿parece simple no?

Paso 2: La implementación

Aunque platicado puede escucharse bastante sencillo, debemos recordar que en nuestra alimentación actual, nuestro consumo mayoritario es de carbohidratos, por lo que recurrimos a manos de un programa preestablecido para facilitarnos la tarea. El programa consistía en lo siguiente: 2 días de detox, 7 de cetosis inducida (con cetonas  externas, lo cual nos ayuda a entrar en este estado con mayor facilidad y evitar un hígado graso), y finalmente 6 días de adaptación (con 16 horas de ayuno intermitente).

Paso 3: ¡Que comiencen los juegos del hambre! (detox)

Lo inicial, además de querer con ansias lo prohibido, no difiere de cualquier dieta, te sientes cansado y tu cuerpo en teoría se está “desintoxicando” del azúcar y carbohidratos a los que estamos acostumbrados. ¿Síntomas? Intenté comerme la pasta dental en espera de algún dulzor que reconfortara mis papilas gustativas pero fuera de eso, todo normal.

Bienvenido a los 7 días del infierno

Los semana que siguió fue bastante entretenida, entre el montón de amigos que tratarán de sabotear, reírse y algunos cuantos apoyar tu teoría, podemos decir que mi estado de ánimo fluctuó bastante, entre hiper energía (después de las cetonas), querer matar al mundo (cada que pasaba una panadería) y satisfacción (cuando te das cuenta que puedes comer hasta en los tacos de la esquina, claro está sin tortilla y aún así seguir en keto).

Día 9: Comienzo a ver a la gente con cara de dona

Al terminar los siete fastuosos días, comienza realmente la parte difícil. Las tortillas y los bollos han desaparecido de tu menú diario, comienza a hacerse hábito el revisar los carbohidratos en lugar de las calorías (lo cual resulta bastante informativo), caes en la triste realidad de darte cuenta que TODO, espera exagero, casi todo tiene gluten y por ende, carbohidratos (hasta las salsas, ¡sí señor!).

Estado anímico alterado, cansancio extremo y comencé a preguntarme si mi cuerpo sabía que hay un nuevo proveedor de energía llamado grasa o el memo se perdió en el correo y desfallecería pronto. (Hasta ese momento no lastimé a nadie, aunque sí comencé a considerarlo).

Una luz de esperanza

A cuatro días de terminar este proyecto me topé con una tienda llamada Yema, cuenta con productos orgánicos y lo más importante, te permite filtrar los productos según la dieta que estés siguiendo. La crema de cacahuate sin duda devolvió un poco de dulzor a mis días, endulzada con monk fruit (una fruta hasta 20 veces más dulce que la sacarosa) y con 6 gramos de carbohidratos por porción. 

Día 15: Es momento de rendir cuentas

Terminado el reto KETO, era hora de juntar la información, deshacerse de  algunos mitos y rendir cuentas a la investigación. Las siguientes fueron las teorías y comprobaciones

“Bajas como 20 kg en 15 días, increíble”

Realidad: 2.5 kilogramos menos (bastante decente, aunque normal para cualquier dieta).

“Tienes muchísima energía todo el tiempo porque no hay azúcares que contaminen tu cuerpo”

Realidad: aún me siento cansada, aunque evitar harinas refinadas y azúcares industriales ha mejorado bastante y para bien  mi estado anímico.

“Cualquiera lo puede hacer”

Realidad: los efectos difieren de un organismo a otro y el estado de ánimo siempre influye. Antes de iniciar cualquier dieta ve con un nutriologo y revisa si es la mejor opción para ti; a la larga lo agradecerás.

“Rebotas a muerte”

Si terminando tu régimen decides que es hora de regresar a los pequeños carbohidratos a tu mundo, te sugiero hacerlo paulatinamente, ir “como gorda en tobogán” y sin preocupaciones nunca ha mostrado buenos resultados (léase para cualquier situación).

Conclusiones

Funciona. Con pros y contras llevarla hasta 15 días en régimen estricto e ir incorporando carbohidratos “buenos” como frutas y verduras, evitando alimentos procesados y manteniéndolo debajo de los 65 gramos diarios es lo que podríamos llamar un lazy keto (actualmente en proceso) bastante recomendable.

Antes de cualquier cambio de alimentación, la que sea, consulta un médico, o el efecto puede ser contraproducente.

Datos científicos comprobados

La dieta cetogénica está recomendada en personas con niveles altos de insulina en sangre y pacientes con epilepsia en la temprana edad; suele ser utilizada como sustituto de algunos fármacos.

Según especialistas, este régimen aplicado adecuadamente puede corregir errores congénitos metabólicos.

La reducción de hidratos de carbono simples y productos procesados conforma, de inicio, una mejora evidente dentro del estilo de vida.

Adoptar cualquier estilo de alimentación sin supervisión de un profesional, puede poner en riesgo tu salud de manera permanente.

Bibliografía

Hospital Sant Joan de Deu, Barcelona. (2012). “Dieta cetogénica: Aspectos clínicos Aplicación dietética”. Recuperado el 20 febrero de  2020, de https://metabolicas.sjdhospitalbarcelona.org/sites/default/files/Dieta_Cetogenica.pdf 

 Latham, Michael C.(2002)Universidad de Cornell Ithaca, Nueva York, Estados Unidos. Roma. “Nutrición Humana en el mundo en desarrollo” recuperado el 20 febrero 2020, de http://www.fao.org/3/w0073s/w0073s00.htm#Content

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