Recordamos a través de los sabores. Si bien puede sonar a frase publicitaria, no es nada más que cierto y es que, existe una memoria gustativa dentro de cada uno de nosotros, que no sólo nos ayuda a identificar aquello que nos gusta o disgusta, sino que tiene incluso la capacidad de trasladarnos a aquel momento en que lo consumimos por primera vez.

¿Cómo funciona?

Según el Instituto de Neurobiología (INB)-UNAM; El  proceso comienza en las papilas gustativas y termina en una parte del cerebro llamada corteza gustativa, lo que nos permite crear sabores en nuestro cerebro, el cual procesa la información y en muchas ocasiones logra inducirnos a un estado afectivo o emocional. Es por esto que hay cosas que nos “saben” a viejo o nos da “gusto” el ver alguien. Sin los sabores muchos recuerdos y muchas cosas perderían sentido, podríamos decir que quedarían en blanco y negro.

Imagina que tan grande es el impacto que tiene la comida, que es lo primero que pruebas y tu primera visión del mundo: los sabores dulces están orientados en muchas ocasiones a recuerdos de confort o consuelo ya que uno de los gustos básicos de la leche materna es el dulce, lo mismo pasa con las temperaturas cálidas, las asociamos con confort o consuelo, el mismo que nos brinda un abrazo.

Entender lo que la comida significa para nosotros va más allá de nutrición, nos hace caer en cuenta lo importante que es en nuestras vidas: ¿quién puede negar lo bueno que es  contar con un buen plato de sopa caliente en una tarde lluviosa? ¿o negarse a los deliciosos pancakes de la abuela un domingo por la mañana? Una taza de chocolate caliente siempre nos reconforta  cuando sabemos que ha sido un largo día, o de plano, un bote de helado y un paquete de brownies para superar lo insuperable. 

¿Cuándo comienza?

Químicamente tiene un porqué: tu corteza gustativa recuerda lo dulce y lo placentero de cuando eras niño y tomabas leche materna; el chocolate contiene químicos que liberan endorfinas en tu cerebro, convirtiéndose en la clara respuesta en aquellas situaciones desesperadas y claramente justificables, en las que no importa la presentación del helado: cuanto más dulce, mejor.

Cuando uno cocina, no solo cubre una necesidad básica, también  transmite emociones y sentimientos y de cierto modo, a través de su práctica buscamos expresarnos hacia el mundo. Y así como todo tiene esencia, la comida tiene historia, raíz, alma, un porqué y un para qué. 

Así que la próxima vez que te lleves algo a la boca,  que cocines para un ser querido, o recuerdes ese momento especial, piensa en qué significa para ti y qué sabores guardarás dentro de ello.

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