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Sonia, como en casa de la abuela

Angel Venegas
Angel Venegas
Gastrónomo y periodista gastronómico apasionado por la fotografía, historia y comida. Mantiene conexión con la cocina para preservar su sazón y comparte su pasión con otros. Dispuesto a ofrecer datos curiosos, referencias históricas y rarezas de la vida.

Casi todos tenemos recuerdos de comida en casa de la abuela, sin importar la edad o el país. Así es como a partir de estas historias golosas, el restaurante Sonia armó su propuesta, para consentir a la memoria y corazón de sus comensales.

En este espacio se busca hacer un homenaje a las cálidas recetas de las abuelas, pues en su menú hay opciones de varias partes del mundo. A la par de cuidar el servicio y preparación, para brindar una experiencia de primera, sin la necesidad de caer en el glamour superficial.

Como nos comentaron Rodrigo Puchet, socio fundador, y el chef Edgar Delgado, cada plato se hace y sirve con cariño, manteniendo los sabores de hogar, con un toque sofisticado. Los elementos que componen su carte se nutren de historias y emociones, de las cuales probamos cinco tiempos.

Cocina de historia y añoranza

En materia de etradas, la sugerencia fue una de las consentidas, la croqueta de papa y bacalao. Se acompaña con alioli de ajo, que potencia el sabor del pescado, sin hostigar al paladar. Sin dejar de mencionar el juego de texturas entre la corteza crocante y delgada, con el interior cremoso. Además de que nos dijeron, que se comen con las manos.

Continuando con el desfile de sabores, llegó al momento de un clásico nacional, unos esquites con tasajo de res y salsa macha. Un cálido apapacho para el cuerpo en esta temporada de frío, con la frescura del elote, la jugosidad de la carne y el picante rico de la salsa. Eso sí, su chorrito de limón no puede faltar para poder apreciar todos sus sabores.

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Con un dejo de acidez y chile llegamos a los que se robaron la noche, dos platos que esconden la gloria en su minimalismo. El primero fue el pulpo a la Mario, peculiar por su cocción, en la que aprovechan los mismos jugos del pulpo para dejarlo en su punto. Se acompaña por jitomate y cebolla rostizados, salsa de crema quemada y un alcaparrón como bomba de sabor.

Francamente hay pocos lugares en los que se puede encontrar un platillo como este, donde la cocción es perfecta. Aunado a un vals entre cada uno de sus ingredientes, que los deja marchar en el paladar uno a uno, en armonía plena.

Sin embargo, el que, en mi opinión, se llevó las palmas y corona de la noche fue el taco de papada. Una joya de cerdo confitado con la salsa de habanero tatemado, limón eureka y cilantro, que se derretía como mantequilla en la boca. Un ladrón de palabras nato y que prefiero no dar más detalles, para invitarlos a que lo prueben.

Postres con ingenio

Como todo en la vida, el final es inevitable y esta noche la cerramos con un postre inspirado en otro. Muchos conocemos la calabaza en tacha, pero ¿cuántos lo han probado con camote? Pues aquí hacen ese cambio de ingredientes, logrando un gusto dulce y para nada culposo.

Con estas notas azucaradas nos despedimos de Sonia, con el estómago lleno y el corazón apapachado. Ahora queda en ti aceptar la invitación para conocerlo y dejarte consentir con los sabores de la abuela.

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