Volar siempre es un placer, saberse suspendido por el aire teniendo una perspectiva muy diferente a la cotidiana nos abre los sentidos, nos maravilla y sorprende continuamente.
Esta vez la experiencia supera a todas las anteriores. Quizás sea que porque aquella mañana limpia y fría era la última del 2015 que ya se nos fue, que el crepúsculo llegó de visita y el espectáculo que se nos ofreció era tan poco habitual… Más de diez globos aerostáticos comenzaron a ser llenados, plácidamente acostados en el pasto, con sus llamaradas interrumpiendo el silencio.

Al fin Vulcano, así se llama el hermosísimo globo que nos tocará en suerte, se yergue en todo su esplendor y lo vemos mucho más alto de lo que parecía hace unos instantes. Nos invitaron a subir a la canastilla de mimbre, en extremo segura y fuerte. La expectativa crece, al fin ocurrirá, volaremos por primera vez en globo y el paisaje que se nos ofrecerá no podría ser mejor… Las imponentes pirámides de Teotihuacan.

El despegue es tan suave que uno se siente parte de algún encanto de hechicero. Ganamos altura poco a poco, sin otro sonido que alguna que otra flama que el piloto va regulando para mantener a Vulcano en todo su esplendor. Los pasajeros vamos en silencio, fascinados por tener los ojos tan llenos de belleza.

A los pocos minutos de estar en el aire el sol, invitado de lujo en nuestro viaje, se asoma sobre el valle de Teotihuacan dándole a nuestro paseo el calor que nos faltaba, llenando de brillos todo el paisaje.

Así, durante casi una hora de disfrute total, el aire nos llevó delicadamente en la dirección que mejor le pareció a esa mañana y que nuestro hábil piloto supo interpretar, dándole a Vulcano la altitud correcta para que el viaje fuera una delicia.

El aterrizaje fue tan suave y preciso como el despegue. Nos esperaba un brindis con un rico espumoso y esta bella oración:

“El Viento nos ha dado la bienvenida con suavidad,
el Sol nos ha acariciado con sus cálidas manos,
hemos volado tan bien y tan alto,
que Dios se ha unido en nuestra alegría
y nos regresa a los adorables brazos de la Madre Tierra”

Fotografías y texto: Claudio Pellettieri

*Agradecimientos especiales: Volar en Globo Ing. María Isabel Colorado y Piloto Jesús Delgadillo www.volarenglobo.com.mx

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