Ingredientes
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Chére Karla:

Françoise y yo – que había ido a París a visitarla- tuvimos una charla muy amena con una pareja de amigos que son especialistas de la “biodiversidad”. Y algo que nos quedó claro, entre muchas cosas más es el que, la biodiversidad biológica es la “variedad de la vida” de: plantas, animales, hongos, microorganismos… a los ecosistemas de los cuales forman parte estas especies y a las regiones en que se ubican… y esto fue lo que más nos impactó: nosotros los humanos hemos creado una gran variedad, por medio de la selección natural, y otros medios científicos, muchas “razas” de maíces, frijoles, calabazas, vacas, borregos, etc. Y resulta que los que amamos la cocina somos los beneficiarios de estas “razas”, pues estos “productos” no faltan en los haberes de la cocina.

Y bueno. Como esa charla nos despertó el apetito, Karla, te digo esta historia y cómo empezó: fue un viernes por la noche, en el departamento que ocupa mi amiga Françoise. Sí, creo que te va a dar envidia, mira: para abrir boca tomamos un vino amarillo Grand Patriarche, de aromas frescos y agradables. Debo decirte que este “comelitón” Françoise y yo lo preparamos desde el día anterior. Nos fuimos al mercado, a uno “sobre ruedas” -como en México los bautizamos- y que se pone en la Rue Saint Charles. Va:

Primer plato: (el agradable olor nos abrió todavía más el apetito) una Soupe de Poissons: Pescado de roca, puerro, jitomate, pimiento verde, laurel, cebolla, tomillo, hinojo, perejil, ajo, aceite de oliva, azafrán, sal y pimienta. Lleva una salsa rouille: ajo, guindillas, pan, aceite de oliva virgen, sal y al servirnos le rallamos un queso emmenthal. Por cierto este platillo lo tienen en su haber las cocineras de Marseille.

Qué buena combinación fue el haber escogido el Patriarche, dijimos, y brindamos por ello. Y bueno, al terminar el primer plato, a nuestra mesa nos hicimos llegar esto que es digno de un Cardenal: Sardines Farcies (típico de Alsace); sardinas (no chicas), requesón, cebollas, ajo, espinacas, perejil, pan rallado, huevo, sal, pimienta, nuez moscada. Y con el vino amarillo, y con esta delicia del mar, nuestros cuerpos bailaban de alegría. Bueno, Karla, quiero decirte que, como todo el rito para comer de Francia consiste en que no son grandes y abundantes las porciones, no. De todo un poco.

Al centro estaba un plato de quesos, y con una galletas y nuestro vino amarillo, los trozos de estos quesos llegaban a nuestras bocas –que debe ser esto un rito más en la gastronomía- y nos hacían “gritar” de júbilo. Quesos frescos: Petit-Suisse y un queso fresco aromatizado. Quesos de pasta blanda: Camembert y Brie; Mont d´Or, Langres. Quesos azules: Roquefort, Bleu de Gex. Quesos de pasta cocida: Gruyere, Comté. Quesos de pasta prensada: Cantl, Tomme de Savoie. Quesos de cabra: Chabichou, Valençay, Grottin de Chavignol. Qué lujo, Karla, qué abundancia, ya ves cómo la Biodiversidad tiene sus satisfacciones.

Y de postre habíamos escogido desde una semana antes de esta reunión el preparar una Tarte aux pommes A L`Alsacienne: Pasta dulce (u hojaldre), manzanas Golden, nata, huevo, azúcar, vainilla, pan de molde, canela en polvo, mantequilla. Para decir: “Después de este postre, El Diluvio”.

En la máquina italiana para hacer los café espressos, éstos nos decían que en cuánto terminaremos aquel banquete pantagruélico, los podíamos servir en las pequeñas tazas diseñadas por los artistas, también italianos. Y mi amiga, que además es una brillante arquitecta, como sabe de mis “vicios”, de una cava de puros sacó un Romeo y Julieta cubano, ella fuma, también como yo, pero lo hace muy de vez en cuando. Ella, encendió unos Gauloises, ni modo, Karla, en gustos se rompen géneros. Total. Luego nos sentamos en unos cómodos sofás forrados de cuero y uno allí, arrellanado, el sueño puede invadirnos, y nosotros nos sentíamos como Pashas ante esta comodidad. Luego la chimenea empezó a darnos más calor del que habíamos recibido. Y nos quedamos toda la noche hablando de la Sagan, de Marlon Brando, de Voltaire… Y como soy caballero, chére Karla, no digo qué fue lo que esa noche sucedió… No. Mejor es recordar. Y mejor, decirles a nuestras amigas que aman la gastronomía y están atentas a “respetar” y a conocer más sobre la BIODIVERSIDAD, que preparen las delicias aquí descritas. Eso vale, ¿no? Bueno.

¡Salud! Y que lo mejor de todo lo que la vida ofrece, esté siempre acompañándonos.

Carlos Bracho
www.carlosbracho.com

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