Como en años anteriores, hace unas semanas se llevó a cabo la muestra de vinos de California promovida por el California Wine Institute. Una de las actividades más destacadas fue la ponencia brindada por Allison Jordan, directora de Asuntos Ambientales de dicho instituto, en la que dio a conocer los avances en materia de sostenibilidad que han emprendido los vitivinicultores californianos. Al término de su exposición, Sabor e arte platicó con ella sobre estos temas medioambientales.

 

¿Por qué emprender prácticas sustentables?

Considero que hay diferentes razones para diferentes personas: hay gente que ya tiene esta práctica de protección al medio ambiente como parte de su filosofía personal y de negocios. También encontramos que en California hay una industria de los vinos donde muchos son negocios familiares que, generación tras generación, heredan su granja, su tierra; por lo tanto ahí la sustentabilidad entra muy bien en ese tipo de operaciones familiares. Por otra parte, hay muchos turistas que vienen a la región vitivinícola y no nada más ver la parte bella del medio ambiente, tiene que ver con el ecosistema más amplio, los acumulamientos de agua, los arroyos que hay. Todo esto es parte de esta experiencia cuando se visita esta región. Y además de lo anterior, es productivo, tiene que ver con un caso de negocios, pues al cambiar la mentalidad, se asume que voy a tener los recursos naturales que necesito ahora y a futuro para poder tener la vid produciendo; y también un uso racional de insumos, como ahorro en agua, electricidad. No nada más es la cuestión ambiental, es una estrategia de productividad.

 

¿Hubo un cambio radical en las prácticas tradicionales?

No, en un sentido amplio no es un cambio radical. Muchas de las prácticas ya se han venido usando de décadas atrás. Nuestro trabajo tiene que ver con formar este código de mejores prácticas para comunicar a los interesados, grupos ambientales, grupos comunitarios, dependencias gubernamentales, consumidores, para poder hablar de este tema en una forma más completa.

 

¿En qué consisten las prácticas que ustedes promueven?

En lo general, son sólidas ambientalmente; responsables socialmente; viables económicamente. Eso es la definición común de sustentabilidad pero tiene que ver con producir uvas y crear vino de forma que se proteja el medio ambiente, la calidad del aire, la calidad del agua; que se manejen las plagas de la mejor manera con el menor riesgo posible; tiene que ver con capacitar a los empleados, con hacer que participe la comunidad y comprometerse con asuntos comunitarios; y también tiene que ver con nuestra cadena de suministros, es decir, que los productos e insumos que utilizo también se produzcan de manera sustentable.

 

Mencionó el apoyo a los empleados, me imagino que debe haber muchos mexicanos que participan en las labores agrícolas, en la vendimia… ¿de qué manera se ven ellos beneficiados con estas prácticas?

Tiene que ver también con la capacitación, sobre todo en seguridad; que entiendan la parte de reciclaje, qué hacer con los desechos; además los productores toman ideas de ellos porque los empleados son la parte clave de la operación de la bodega, del viñedo y ellos tienen muy buenas ideas de cómo hacer las cosas de una mejor manera. Algunas bodegas han hecho mucho para asegurar la capacitación en cuanto a idioma, que puedan los empleados puedan aprender inglés pero también hay muchos materiales en español. Por otra parte, en nuestro capítulo comunitario entran temas de vivienda, transporte, educación, que impactan a todos los empleados de la misma manera.

 

¿Existen apoyos a vinateros por parte del California Wine Institute para migrar a estas prácticas sustentables, o por algún instituto gubernamental?

Como instituto, nuestro apoyo es básicamente darles los recursos y las herramientas del programa de sustentabilidad. Tratamos siempre de sacar nuevas herramientas de como la gente pueda implantar mejores prácticas utilizando de la mejor manera los recursos.

Nuestro programa es flexible, para que la gente pueda ir adoptando prácticas como les resulte lógico. El programa educativo es totalmente voluntario, incluyendo el sistema de calificaciones que tenemos, no importa que calificación saca el productor o la bodega, se trata de aprender a mejorar con el tiempo.

 

¿Qué expectativas tiene el Instituto en los siguientes 10 años?

A corto plazo, para el 2014, queremos ver que el 80% de las bodegas y vinos que producen utilicen el código para evaluar su proceso. Queremos ver que haya mayor certificación, no tenemos todavía una meta para eso. Estamos viendo ahora el incorporar mediciones de desempeño métricas que se lanzarán el próximo mes para observar más resultados, si usas esta práctica qué quiere decir para eficiencia de la energía o del agua, o intensidad de gases de invernadero, queremos ver que práctica tiene más impacto en el resultado.

 

 

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