El Día de Muertos es una de las celebraciones más esperadas por los mexicanos, así como de las más conocidas. Pero su festejo no solo gira en torno al pan de muerto y las ofrendas, ya que a lo largo del país existen diferentes tradiciones relacionadas con estas fechas.
Bajo esta premisa es que en Mux, la chef Diana López del Río, junto a su equipo de cocina, desarrollaron un menú especial. Asi es como por tercer año organiza sus cenas de ánimas, disponibles hasta el 5 de noviembre.
Entre plato y plato se esconde una historia
La propuesta consta de cuatro tiempos, compuestos por platos de varias regiones del país y que esconden alguna historia. Como nos comentó la chef, cada cierto tiempo hace expediciones a diversos puntos de México para recolectar recetas y saberes. Pues uno de los puntos medulares de Mux se encuentra en la preservación de las tradiciones culinarias.
Tras esta explicación y un caballito de mezcal infusionado con muicle, recibimos por primer tiempo una sopa de hongos con médula. Arrancamos con un plato caliente que hace que los recuerdos fluyan y nos reconforten con su presencia en la memoria.
A pesar de su sencillez, la variedad tan rica de hongos, el calor del caldo y la oleocidad que aportaba la médula, hizo a este plato uno de los más entrañables de la velada. Una mezcla de firmeza con la elevada temperatura y destellos sutiles de la peculiar proteína, nos dejaron un buen sabor de boca.
En el segundo tiempo se hizo visible uno de los pulmones de la Ciudad de México, Xochimilco. Pues lo que nos presentaron fue una ensalada de hojas chinamperas y habas, tanto verdes como maduras.
Aquí no solo destacaron los sabores y la frescura de los ingredientes, sino el plato. Algo que para muchos no sería más que basura, pues se presenta en platos rotos, vuelve a la vida gracias a la inventiva de la chef. Simbolizando aquellas historias que todos tenemos y nos han marcado de por vida.
Jugando con tradición y creatividad
La segunda mitad de la cena fue engalanada por uno de los imperdibles de toda celebración de muertos, el mole. Pero no cualquier mole, uno de Cristo Rey, evocando en su estado más puro las tradiciones en torno a la llegada de las ánimas.
Destellos picantes acompasados por lo dulce de los demás ingredientes bañaron una pieza de pollo. Dos elementos que no necesitaron de mayor acompañamiento para ser mi favorito de la noche. Sin dejar a un lado de la perfecta cocción, que causaba a la proteína deshacerse, ahorrandole a uno la batalla con los huesos.
Como cena sin postre no está completa, no podía faltar un cierre goloso, que como bien se dice no va al estómago, sino al corazón. Así fue como entre un show de llamas llegó a nosotros una leche cuajada con infusión de muicle y fruta nixtamalizada. Que si no fuera suficiente, estaba maridada con un curado de cempasúchil.
Este último tiempo más que contar con una historia, era como comerse una ofrenda. No solo por su presentación tan colorida y rimbombante, sino por los sabores dulces y ácidos que tenía, justo como las sensaciones que despierta el recordar a los que se nos han adelantado.
Como pudiste ver y leer en estas líneas, la cena de ánimas de Mux no es como cualquier otro menú de temporada. Es una narrativa de recuerdos y tradiciones comestibles que no puedes dejar pasar y la encontrarás en Jalapa 189, en la colonia Roma.
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