Chère Karla:

Aunque el tiempo no está para bollos, pues en este nuestro querido México, andan fallando algunas cuestiones sociales, económicas y culturales, nosotros los hombres de a pie que amamos la cocina, las mujeres que con su profesión de chefs enaltecen la cultura de la Gastronomía, todas y todos, ante cualquier negro panorama, rápidos y veloces nos metemos al sagrado lugar en donde los trastos, las ollas, la estufa, las cucharas, los cuchillos, el molcajete y el comal, la sal y la pimienta; en donde se dan cita las dádivas que México le ha dado al mundo: aguacates, jitomates, tunas, nopales, gusanos de maguey, chayotes, papayas, pitayas, jícamas, chicozapotes, zapote negro, chiles, calabazas, y más, más delicias, que se me escapan en estos momentos; y como arriba digo, ya dentro, ya aquí en nuestras cálidas cocinas hogareñas, ante los problemas que no tienen solución, como son muchos asuntos políticos, nosotros si solucionamos a la perfección el platillo que nos va a hacer olvidar lo negro que en el mundo camina. Y mira, chère Karla, para despedir el Año Viejo y darle la bienvenida al Nuevo, y como este rito y este lugar –la cocina– no admite espíritus negativos, nos pusimos, mi familia y yo, a preparar la cena. Nos pusimos con el ánimo muy francés, va:

Gratinée á l´oignon. Nosotros la preparamos así: cebollas amarillas, caldo de res, harina, mantequilla, queso Emmenthal, sal, pimienta, baguette. Y claro, vino Bourgogne, listo para tomarlo. Y luego el plato que en Francia, todas las provincias reclaman ser las autoras de este inigualable manjar. Coq au vin: gallo, panceta ahumada, vino tinto de Borgoña, cebollas cambray, finas hierbas, coñac, ajo, harina, mantequilla, sal, pimienta, nuez moscada. Y también este Coq au vin fue acompañado por el mismo vino tinto de aquella famosa región francesa.

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Chère Karla, como bien te conozco, ya debes de estar saboreando estos inventos gastronómicos, en vista de ello, sigue la danza de la felicidad, sigue el espíritu bonachón de los cocineros rindiendo fruto. Va ahora el postre, o sea la corona de todo digno banquete: Mousse au chocolat estilo Celine Rousseau: chocolate semi amargo, pizca de sal, claras de huevo a punto de turrón. Luego las yemas se incorporan cuando el chocolate esté derretido. Un Chenin Blanc fue el que estuvo en nuestras copas para este postre. Recomendable.

Como pueden verlo nuestras amigas amantes de la comida, fue una cena que a mi familia y a mi, nos llevó a los terrenos –frutos, vegetales– que la diosa griega de las cosechas, Deméter domina con gallardía, y el dios, también griego, que nos dio el visto bueno para el deleite de los vinos fue nada menos que Dioniso. Y… colorín colorado…

¡FELIZ AÑO!

Carlos Bracho

Enero 2020

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