Biodiversidad Carlos Bracho

Chère Karla:

Todo lo que en la tierra existe es por el resultado de muchos miles de años de una evolución que tuvo lugar debido a algunos procesos naturales y claro, también por la intervención creciente en esos fenómenos de la mano de los seres humanos.

Claro que todos sabemos qué es Biodiversidad. Sí, trata sobre la diversidad de especies vegetales y animales que viven, se reproducen y cambian, en una zona determinada. Y esta biodiversidad (diversidad biológica), es la que hace una referencia directa a la amplia variedad de seres vivos que existen sobre la tierra, y que hoy es el resultado de miles de millones de años de “evolución” y de actividades naturales, aunque es bueno señalar que la mano de los hombres ha intervenido de manera sustancial.

La humanidad entera en la actualidad, su cultura, su existencia misma, es el producto de esta biodiversidad, es por ello que la diversidad biológica tiene todo el derecho, irrenunciable, de tener una existencia sana. Por lo tanto es fundamental y necesario velar, cuidar, proteger y respetar este bien que la naturaleza nos ha ofrecido a lo largo de millones de años.

Bien, chère Karla, ahora nos podemos preguntar que ¿cuáles son los productos económicos que siempre hemos utilizado? Importante, por demás, saber ¿qué proporciona la Biodiversidad a la humanidad? En el campo serían las cosechas: granos, maíz arroz, trigo, vegetales, etc. Ganado: vacuno, porcino, etc. Silvicultura: la explotación de los bosques. Piscicultura: cría de peces. Medicina: la utilización de yerbas, plantas, flores, etc.

Ah, entonces en la gastronomía, a nuestra añorada y siempre gustada ciencia y arte de la cocina, a todas y a todos los que estamos “metidos” en ese maravilloso mundo nos toca realizar varias tareas (sean campesinos, agroindustriales y cocineras, chefs, trabajadores, consumidores, etcétera), veamos: a) Preservar y respetar nuestros bosques. b) Proteger el ganado, cuidarlo y alimentarlo sanamente. c) No contaminar los ríos, lagunas, mares, lagos; no tirar basura ni plásticos en sus aguas para que los peces tengan una vida íntegra.

Y quiero confesarte, Karla, que al estar escribiendo esto, sentí un poco de hambre. Fui corriendo a la cocina y preparé un pescado a las finas hierbas: pescado blanco fresco, aceite de oliva virgen, mejorana, salvia, romero, eneldo, orégano y sal. Luego, una rica y sencilla ensalada: lechuga, jitomate, aceite de oliva, cebolla fileteada, sal, cilantro y un poco de jugo de limón “italiano”. Y tenía frente a mí una jarra de agua de jamaica (todavía más sencilla): agua, flor de jamaica y azúcar mascabado. Comí todo, degusté estos alimentos y le agradecí a la biodiversidad el haberme hecho gozar lo que “ella” ha “producido” para mí, y para todos nosotros.

Ya sabemos, Karla, que cada quién tiene su manera de preparar los platillos que uno va a consumir. Unos les pondrán a los pescados, como el que arriba describo, más o menos de algún aditamento. A la ensalada, según el lugar, el cocinero o el chef, también le añadirán esto o le quitarán aquello. Todo se vale, todo es para gozar nuestros platillos preferidos.

Bueno, pero como nuestros lectores han podido observar, con este “banquete” le hago un honor a la biodiversidad: el pescado estaba recién salido de una laguna, la lechuga y la jamaica eran de una empresa de productos orgánicos. Entonces queda el llamado a todos los enamorados de la cocina para que cuiden y amen los productos naturales. Honor a quien honor merece.

La biodiversidad lo merece, es nuestra dadora de bienes. Cuidémosla.

Vale, chère Karla.

Carlos Bracho

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