Raicilla artesanal en la Hacienda El Divisadero en Jalisco

Isis Malherbe
Isis Malherbe
Mercadóloga y periodista de estilo de vida, gastronomía, sociales y moda. Uno de mis grandes sueños es recorrer toda Europa con mi mochila al hombro, entrevistando a nuevos talentos de distintos ámbitos.

En lo alto de la Sierra Occidental de Jalisco, la Hacienda El Divisadero lleva más de 140 años produciendo raicilla, un destilado que, aunque menos conocido que el tequila o el mezcal, tiene un origen igualmente profundo. Su elaboración artesanal, transmitida de generación en generación, ha convertido a esta hacienda en un símbolo de la cultura raicilla.

La raicilla es pariente cercana del tequila, pero tiene su propio carácter. Obtenida de variedades silvestres de agave, presenta sabores más intensos, ahumados y complejos. Fue en 2019 cuando recibió la Denominación de Origen, reconocimiento que impulsó su presencia dentro y fuera de México.

En El Divisadero, los procesos aún se hacen como antes: la cocción en hornos de piedra, la fermentación natural y la destilación en alambique de cobre revelan el alma de este destilado. Para quienes buscan entender la diferencia entre los agaves de México, una visita a esta hacienda es el punto de partida ideal para conocer una tradición que sigue firme, entre paisajes agrestes y manos expertas.

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Raicilla artesanal con herencia de cinco generaciones

En las montañas de Cabo Corrientes, Jalisco, Hacienda El Divisadero ha sido testigo de más de 140 años de tradición raicillera. A solo hora y media de Puerto Vallarta, este sitio conserva el legado de Eleno Estrada, quien inició la producción artesanal de raicilla que hoy continúa bajo el resguardo de su familia.

Actualmente, la quinta generación mantiene viva la esencia de este destilado con un profundo respeto por los saberes antiguos. En 2021, sus etiquetas obtuvieron la Medalla de Oro en los Top World Spirit Awards, reconocimiento que avala su compromiso con la calidad. Más allá de la destilación, la hacienda abre sus puertas a quienes buscan conocer de cerca el proceso y la historia de esta bebida jalisciense. Con visitas guiadas, se puede recorrer desde los hornos hasta el área de fermentación y, al final, disfrutar de una degustación. Cada sorbo revela un pedazo de tierra, de tiempo y de memoria.

La raicilla desde el agave hasta tu copa

El recorrido en Hacienda El Divisadero inicia con una caminata entre agaves que crecen en los campos de Cabo Corrientes. Ahí descubren que, a diferencia del tequila, la raicilla se elabora con distintas especies silvestres, como el Maximiliana o el Inaequidens. Esa diversidad de agaves le da una riqueza de matices que varía según el lugar donde se produce.

A cada paso, los anfitriones comparten datos que conectan esta bebida con tradiciones centenarias de la región. La ruta continúa hacia el horno de piedra, donde se cuece el agave a fuego lento, y después al área de fermentación. Uno de los momentos más interesantes es ver el alambique en acción, una herramienta clave para destilar este elixir jalisciense.

Durante la visita, también se explica la diferencia entre raicilla de la costa y de la sierra, según su perfil y técnica de producción.

Ambas tienen cuerpo, carácter y formas de elaboración distintas, aunque comparten raíces comunes. El paseo termina en la terraza con una degustación guiada, donde se pueden apreciar mejor los aromas de cada botella. Hay notas herbales, terrosas, afrutadas e incluso toques minerales, dependiendo del tipo de agave y la región. La bebida final, servida en una copa tradicional, concentra toda la historia del campo, el fuego y la paciencia.

Aquí no hay prisas: el proceso artesanal se honra con tiempo, manos expertas y respeto por la tierra. La hacienda también tiene venta directa, para llevar a casa una botella con toda la herencia familiar destilada. El entorno, enmarcado por montañas y paisajes subtropicales, acompaña perfectamente esta ruta sensorial. Visitar El Divisadero no solo deja un buen sabor de boca, también te enseña por qué la raicilla está ganando admiradores.

Conocer la raicilla desde la raíz

Desde la caminata entre agaves y relatos heredados, el recorrido nos recuerda que el cultivo no es sólo agricultura, sino una práctica que honra el tiempo y la tierra. Durante la visita, los guías explican con detalle cada etapa: la jima se realiza a mano, eligiendo piñas maduras; luego se pasa a la cocción en hornos cónicos de piedra. Tras la molienda y fermentación, llegan las dos destilaciones que definen el carácter de la raicilla: una en alambique tipo arábigo, la otra en uno asiático, donde las temperaturas contrastantes afinan el resultado. El proceso se comparte con pasión, como quien narra una historia de familia.

El momento más esperado es la cata del destilado, servido aún tibio y directo del alambique. Para quienes desean quedarse, hay tres habitaciones campiranas, rodeadas de silencio y cerros. Antes de partir, muchos visitantes se llevan una o varias botellas de esta raicilla artesanal, como recuerdo del sabor auténtico de Jalisco.

Dirección: Camino Tuito a Chacala Km 9, Las Guásimas, El Tuito, Jalisco
Página: haciendaeldivisadero.com

Continúa con: Adobera, el tesoro por descubrir en Jalisco 

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