Por: Marco Miranda 

El internacionalmente renombrado enólogo argentino Alejandro Vigil, a quien Decanter incluyó en su “Power List 2013”, visitó México, invitado por The Vines y su propietario, Daniel Gorisnic. Alejandro es el enólogo en jefe del icónico grupo Catena Zapata y creador de los vinos “El Enemigo”, junto con Adrianna Catena. A continuación, los puntos más relevantes de la entrevista:

Alejandro VIGIL

Existe una polémica internacional sobre qué es el terroir, al grado de que se organizan congresos para definirlo. ¿Cuál es tu punto de vista? 

No hay que darle tantas vueltas. Es simplemente la experiencia centenaria del cultivo de la vid y de la elaboración del vino en un determinado lugar, acumulación de prueba y error. Es importante no olvidar, no dejar de estudiar.

 

Dicen los franceses que no se puede reemplazar al tiempo.

Estoy de acuerdo. Las características del vino estarán determinadas por el suelo y su interacción con el clima. Dentro de la máxima intervención que hacemos (arrasamos con 300 o 400 especies para plantar un viñedo), se trata de que la intervención sea mínima: no dejemos huellas dactilares en los vinos, hay que procurar el camino más corto del racimo a la botella, y no es fácil. La mala interpretación del lugar, sangrías, raleos, la tira de uva al suelo innecesaria… son una falta de respeto al trabajo del hombre y a la naturaleza.

 

Eres conocido por experimentar cultivando vides en lugares extremos…

Lo absorbí cuando entré a Catena, nadie creía en eso. Me puse a buscar nuevas combinaciones de varietales. Gualtallarí es un buen ejemplo, si bien nos hace falta tiempo para ver su potencial, de 30 a 40 años.

 

¿Cuáles son las tendencias actuales en el mercado global?

Pasé un mes viajando por Europa, Brasil y Perú. Hay una tendencia de salir de los vinos hiperconcentrados, pesados, “dulces”, hacia los vinos de facilidad de beber. Varía de un lugar a otro, pero sí encuentro esa línea, tanto en el consumidor como en el productor. El mercado está buscando vinos con identidad (vinos de terruño está muy trillado). Se trata de que ese vino nos transporte a ese lugar. Éste es nuestro trabajo, no sólo hacer el vino, sino comunicarlo, ya hay gente que habla de Uco, Cafayate, etc.

 

¿Cuál es el potencial de México?

El consumo va creciendo, hay una curiosidad enorme, no hay techo; viene alguien a hablar de vino y mucha gente lo escucha. Hay que tener mucho cuidado en la relación calidad-precio y la consistencia de los productos que llegan. Cuando alguien se acerca al vino no va a pagar un precio alto, y se aleja si el precio que pagó no le dio el doble de placer. Tiene que encontrar calidad en esos segmentos bajos, de otra forma, lo pierdes.

En estos mercados en crecimiento, lo más importante es un trabajo básico de marca, de marca-país, a largo plazo, solidificando y comunicando que existen distintas zonas.

 

¿Tienes proyectos para explorar zonas fuera de Argentina?

Tengo muy claro que para hacer vino, tienes que vivir en ese lugar: respirar el mismo aire, sentir el frío y calor que siente la planta, no una vez al año, sino todo el año, toda tu vida.

 

¿Cuáles son los retos para el vino argentino?

Primero, que nos conozcan. Por ejemplo, el boom del malbec en EUA, es sólo el 2.5% del mercado. Lo positivo es que hay mucho para crecer. Es distinto cuando ya te conocen y quieres cambiar la línea. Hay que encontrar la identidad del vino argentino para cada región. Hay que comunicar que es muy distinto un malbec de altura que uno de zonas bajas, de calcáreo que de arena.

 

¿Y para tus vinos aquí?

Desde el nombre: El Enemigo, no es fácil que todos lo entiendan. Pero estamos haciendo un buen trabajo de posicionamiento, poco a poco. La transparencia hace que el consumidor te elija. Nos interesa el largo plazo y vamos bien.

 

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