La Ciudad de México sigue creciendo en opciones culinarias y se mantiene como una de las grandes capitales del mundo donde comer se ha vuelto un atractivo imprescindible. La dificultad que afronta el comensal para elegir un restaurante en esta urbe se ha potenciado ante la numerosa que hoy se concretan en locales pasar de largo.

Enlisto Casa Biko en primer lugar dada la originalidad de este concepto, donde Mikel Alonso y Bruno Oteiza han llevado su liderazgo culinario a una refinada y exclusiva experiencia para eventos privados. Detrás del Biko, recinto gastronómico que los ha colocado entre los restaurantes mejores catalogados del mundo, diseñaron “la casa que todos quisiéramos tener” para recibir a nuestros invitados. Las opciones son diversas, dependiendo del evento: coctel, cena, cata maridaje, chef en vivo con quien podamos cocinar… son sólo algunas de las propuestas que se pueden llevar a cabo.

El piso superior alberga una enorme mesa, ideal para reuniones empresariales y presentaciones. En la planta baja se encuentra la cocina abierta, integrada a la sala y mesas de madera modulares propuesta de talentosos cocineros que ningún jactado sibarita puede que se complementan con eclécticos sofás, dando una ambientación moderna y acogedora al lugar.

Sobre la comida, no hay más que cerrar los ojos y confiar en estos grandes profesionales, quienes aseguran sabores excelsos, ya sean bocadillos como: patata fibra óptica con chorizo, plátano crujiente con tlayuda, foie con pistache en algodón, por mencionar algunos; o una cena formal con un menú realizado especialmente para la ocasión.

El servicio, a cargo del personal de Biko, es preciso, amable y destacado como siempre se ha caracterizado. Casa Biko, es la opción de hoy para eventos privados donde Mikel y Bruno garantizan un evento único y versátil al que sólo hay que llegar, disfrutar y dejarse consentir.

A cargo del chef Jorge Vallejo, Quintonil, abierto hace menos de un año, ya figura entre las conversaciones mundanas. En su menú es claro el legado de la cocina mexicana que recibió de la mano de Enrique Olvera, pero se observa una búsqueda muy propia de personalidad con platillos como el tamal de acelga con puré de uva pasa que me pareció una propuesta innovadora con refinamiento en sabor y presentación; también me sorprendió la combinación acertada de sabores en el carpaccio de callo con cilantro criollo, rodajas de plátano macho y mayonesa a la talla que maridó celestialmente con un Macon Villages 2010 de la bodega borgoñesa Joseph Drouhin, así como el controvertido risotto de aguacate que generalmente Jorge acompaña con huevo pochado y que nosotros, a recomendación de un gran paladar, lo ordenamos sin él para disfrutar al máximo la delicadeza del aguacate. Alejandra Flores es la encargada del servicio, su conocimiento, carisma y dedicación se observan en cada uno de los detalles que acompañan la experiencia gastronómica.

Quintonil es un destino obligado y mi recomendación sería que en su visita asegure que el chef Vallejo esté en casa.

Aunque este establecimiento lleva tiempo agasajando a los gustosos comensales, las distancias de la ciudad no me habían permitido regresar, pero afortunadamente fui invitada y aun ante las tesituras del tráfico, desde el primer platillo olvidé aquel distante recorrido. Sud 777 fue para mi un redescubrimiento que no puedo dejar de compartir. Este restaurante forma parte de los conceptos que acertadamente ha creado el grupo Cinbersol, pero en mi opinión, el que realmente alcanza un reconocido nivel culinario y esto se debe a la mano de Edgar Núñez, quien dedica su mayor tiempo a este recinto. La mesa del chef, que él atiende personalmente, es un “must” para quienes buscan una gran comida. La experiencia comienza con la llamada de reservación en la que se pregunta al comensal restricciones alimenticias, así como algunas preferencias gustativas y aromáticas a partir de las cuales el chef diseña el menú que ofrecerá especialmente para esa mesa. La cocina de Edgar me atrevo a describirla como una cocina franca, con la combinación perfecta de ingredientes frescos, una sazón precisa con notas refrescantes que culminan en una armónica degustación. Todos los platillos destacaron, pero entre mis favoritos quedaron: camarones con raíz fuerte y pepino; almejas con mantequilla anisada, y el lechón de 12 horas con verduras y mole negro. Con certeza afirmo que la distancia no volverá a separarme durante tanto tiempo de este exquisito lugar.

Escrito por Karla Sentíes karla@saborearte.com.mx

Fotografías: 1 Federico de Jesús, 2 AlexVera FotoGastronómica®

 

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