Saliendo del metro escuché un llamado que rara vez logro resistir, «¿me ayuda con un mazapán?», decía una niña sentada en el piso, compré un par, uno lo comí al instante y el otro lo guardé. Transcurridas las horas me acordé de la existencia de tan apreciado dulce, al sacarlo del abrigo pensé que estaría hecho pedazos. 

Sin embargo el delgado celofán que lo cubría lo mantuvo en perfectas condiciones. Díganle suerte o años de práctica, pero al dejarlo al desnudo seguía en pie, una mordida y la mitad de mi infancia desfilaba ante mi. Fiestas, antojos o un simple regalo, esa pequeña golosina ha dejado huella en mi historia de vida y seguramente en la de muchos más. 

Un pasado incierto

Hoy con el pretexto de celebrar el día internacional del mazapán les contaré su historia, o al menos parte, ya que su origen es incierto. Algunos mencionan que nace en la Grecia antigua, bajo el nombre de pazamadion, siendo una mezcla de almendra molida y miel, usada por los atletas como una especie de barra energética. Mientras que otros, sitúan esta preparación en territorio judío, donde lo consumían en las celebraciones de Pascua.

Pese a la existencia de estos antecedentes, no se puede confirmar su veracidad, por lo que si nos apegamos a los registros, la primera mención que se tiene de esta golosina se encuentra en “Las mil y una noches”, obra en la que se menciona a este mazapán primigenio como un afrodisíaco o como alivio para el ayuno del Ramadán, celebración musulmana en la que se ayuna durante un mes, mientras los rayos del sol sean visibles, para expiar los pecados.

En fin, hasta donde sabemos, fueron los reposteros persas quienes extendieron su consumo por la cuenca del Mediterráneo. El camino de este manjar a Europa se dio mediante la ocupación árabe. Durante los cerca de tres siglos que duró la invasión, los pobladores aprendieron un sin fin de conocimientos de medio oriente.

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Leyendas de origen

Dentro de estos territorios se encontraba Toledo, uno de los lugares que más renombre tiene hasta la fecha por la fama de sus mazapanes moldeados. Según la leyenda, fueron las monjas de San Clemente las artífices del “pan de maza”, que posteriormente sería conocido como mazapán. La preparación consistía en el uso de una maza (o mazo) para moler almendra y azúcar hasta formar un polvo que al cocerse diera forma a un sustituto del pan.

Dicho invento surge tras la batalla de las Navas de Tolosa, en el siglo XIII, para mitigar la hambruna que asolaba a la población toledana, aprovechando las almendras que se tenían almacenadas en los cigarrales (fincas ubicadas a orillas del río Tajo). 

Aunque podemos encontrar dos historias muy similares en Alemania y en Italia, la versión germana se ubica en Lübek, donde un panadero inventó el marzipan tras una carestía de alimentos en el siglo XIV. Por otro lado, en Venecia elaboran el Pan de San Marcos, un marcipane elaborado para conmemorar el fin del asedio a la ciudad, causante de un desabasto de trigo que derivó en la creación de un pan de almendra y azúcar.

De medicina a dulce

Hasta la fecha estas tres regiones siguen produciendo sus diversos mazapanes, cada una con sus características y denominaciones, sin embargo, nos centraremos en la española, ya que por ellos es que llegó a México. Posterior a la expulsión árabe de España, el uso que se le dio al mazapán fue de corte medicinal, ya que se mezclaba con algunos medicamentos para opacar el desagradable sabor de estos últimos.

En 1577 Ruperto de Nola, cocinero de Don Fernando de Nápoles, edita en Toledo su “libro de cocina”, donde menciona por primera vez la receta del mazapán y algunos de sus usos. Por mencionar alguno, encontramos la mezcla del dulce con pechuga de pollo deshecha, para mitigar el sufrimiento de los que habían perdido el apetito, remedio recetado en el Hospital de Santiago de los Caballeros.

Otra fecha importante –antes de pasar a la adaptación mexicana– se da en 1617, año en el que el gremio de confiteros de Toledo establecen las características que debe de cumplir este dulce para ser considerado un mazapán toledano, ya que también hay una versión en la Rioja y las antes mencionadas alemana e italiana.

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Su llegada a México

El tiempo pasó y la llegada a México fue inevitable, donde nuestro constante ir en contra de lo establecido sustituyó la almendra por cacahuate y dio origen al mazapán que encontramos en cualquier tiendita, puesto laminero, supermercado o por supuesto, a pie de calle.

Siglos de historia y mil y un orígenes posibles hacen al mazapán un dulce mucho más interesante de lo que uno pensaría. Pero el hecho de quién lo haya creado, no importa, pues hoy podemos disfrutarlo y eso es lo que al final cuenta, disfrutar de abrir el celofán  esperando no romperlo y saborear de la almendra o cacahuate –dependiendo del gusto de cada quien–, hasta sentir la necesidad de uno más. 

En este, que es su día, rompamos la envoltura y festejemos al mazapán como se merece, cubriendo nuestras ropas de moronitas o con trocitos pegados al paladar. ¡Feliz día del mazapán a todos y que su historia perdure por mucho tiempo más!

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