El ciclo de la vid tiene muchas facetas que cada año se repiten una y otra vez durante toda su vida, todo un proceso que la naturaleza ha diseñado perfectamente para darle a la panta la capacidad de crear un fruto perfecto, una materia prima para que el escultor del vino plasme en su creación una obra de arte.
Temporadas y resultados, Carlos Bracho nos habla más sobre la vendimia en su blog
Fase de hibernación
Después de la vendimia o cosecha de la uva, a las puertas del invierno, la vid decide tomar un descanso y entra en una fase de hibernación, recuperando fuerzas y energía para su siguiente año.
En la primavera, después de un merecido descanso, la vid comienza a despertar, generando reacciones químicas importantes en su interior, aprovechando los matices primaverales de sol, frescura y humedad para iniciar sus procesos de brotación y floración, mismos que darán vida a la aparición de las bayas, que en este momento son apenas unas pequeñas bolitas verdes que se juntan y van diseñando lo que después se convertirá en un racimo.
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Envero
Llegando el verano, los racimos ya casi formados, aun presentan un color verdoso, no importa si se trata de uvas blancas o tintas, pero es en este tiempo en el que se debe poner más atención a su desarrollo, pues empieza una fase denominada “Envero” y es el momento de tomar muchas decisiones.
El envero es la fase de maduración de la uva, se presenta con el cambio de coloración de la baya que anteriormente era verdosa y ahora, con la maduración, se pintará de color violeta y morado para las cepas tintas o adquirirá una tonalidad amarilla verdosa para las blancas.
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El guardián de la vid
El viticultor o enólogo, como guardián perpetuo del desarrollo de la vid, toma un papel muy importante en esta faceta, es el responsable de la medición continua de la maduración de la uva, debido a que el Envero dura solo un par de meses, la planta irá adquiriendo su madurez cada día y cada noche.
Los viticultores o enólogos deben tomar todos los registros posibles para generar estadísticas que revelen una fecha de recolección, esta se dará cuando la baya llegue a su punto óptimo, punto que será definido por sus grados de azucares, ácidos y cantidad de agua en cada baya.
Por lo general, las uvas blancas tienden a ser vendimiadas antes que las tintas, ya que debido a que normalmente son destinadas a vinos jóvenes, se requiere una madurez temprana, que no genere muchos azucares y si un contenido mayor de acidez, esto les dará frescura a los vinos.
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En cambio, las cepas tintas que serán destinadas a los vinos con mayor crianza se vendimiarán más tarde, una vez que la naturaleza las haya llenado más de azucares que de ácidos, lo cual, le dará al vino, mucho más alcohol y complejidad.
Los viticultores toman estas medidas para definir la fecha de vendimia, que, en términos internacionales, siempre se da en Verano y Otoño, la variante más importante es saber que una vendimia temprana trae más acidez y menos maduración de la uva, y una vendimia tardía, le da al grano, mayor cantidad de azucares y menor cantidad de acidez.
Esta es la razón por la cual encontramos muchos vinos con mezclas de diversas uvas, algunas maduran más rápido que otras, así que los vinos elaborados a partir de diversas uvas tendrán la posibilidad de tomar uvas con gran carga de azucares, pero baja acidez y mezclarlos con otras uvas con mucha fortaleza en su acidez y baja potencia en azúcar, creando de esta forma la única obra de arte que se puede beber.
Raul Vega
CEO Terravid
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