Por Ricardo Espindola
Para hablar de la calidad de un vino hoy, se tiene que hablar de tres aspectos que la determinan:
- La experiencia elaborando un vino, es uno de estos aspectos, creo que para hacer un buen vino, hay que practicarlo muchas veces. Año con año la mano de los enólogos se va afinando, se ajusta de aquellos pequeños errores que nos da la inexperiencia, podríamos decir la magia o la firma en un vino.
- Otra cuestión es la tecnología, que a diferencia con los vinos de la antigüedad, hoy tenemos la posibilidad de probar vinos mejor elaborados, con más aromas, de atractivos colores y de sabores más balanceados. Desde los estudios o muestras de laboratorio que le hacen a la uva para saber el óptimo momento de su corte, las nuevas máquinas como prensas, tanques de fermentación con temperatura controlada, filtros bombas, etc.
- Y la calidad de las uvas. Sin duda el aspecto más importante para la elaboración de un vino. De la capacidad que tenga el viticultor de adaptar las diferentes variedades de uva a los suelos, los climas por zona, horas de sol por región, pluviometría y por supuesto la edad de la planta, todos son aspectos que bien controlados y estudiados nos darán el perfil especifico de calidad en un vino. Hoy podríamos decir que la moda en todo el mundo es hacer vinos en el viñedo y no en la bodega.
Y es precisamente aquí donde tenemos que hablar de la importancia de los suelos donde plantamos la vid, ya sea en arena caliza, arcilla, pedregal, suelo cretáceo, lajas, pizarras, gravas.
Siempre que se va a plantar una parcela o un lote en específico de alguna uva se hace un estudio de suelo (horizonte de suelo o estudio edafológico). Para que la vid pueda sobrevivir a los climas extremosos que normalmente encontramos en las zonas de cultivo, la raíz necesita de la humedad necesaria en el suelo, para obtener su riqueza de nutrientes para alcanzar su óptimo desarrollo y así tener en cada ciclo de crecimiento racimos bien concentrados y de mucha calidad, que influirán directamente en el carácter y personalidad de los vinos.
Cuando se hace el análisis de suelo se mide la cantidad de minerales que están presentes en el suelo a diferentes profundidades como calcio, magnesio, sodio, potasio, carbonatos, materia orgánica, nitrógeno, fósforo, hierro, cobre, magnesio, boro etc.
Cada variedad necesita diferentes condiciones y esto es la magia de experiencia del viticultor y de los enólogos para adaptarlas y obtener lo mejor de sí. En resumen es regresar al origen, el respecto al campo y a la forma milenaria del crecimiento maestro de las uvas.
Lo más recomendable para entender este matrimonio entre el vinicultor y el viticultor es probar la especialidad en vino de cada país, zona productora o denominación de origen, es decir la sabia adaptación de las variedades de uva de forma centenaria y en algunos casos milenaria y la maestría de las personas que la trabajan tanto en campo como en bodega, por ejemplo si estamos por la Borgoña probar su gran Chardonnay y su extraoridnario Pinot Noir, o si pasamos por Napa en Estados Unidos no nos podemos perder de su reconocido Cabernet Sauvignon o por Nueva Zelanda y su famoso Sauvignon Blanc