No hay como escaparse un fin de semana a la playa para olvidarte de toda la carga y estrés de la ciudad; un plus si es en compañía de los amigos porque la diversión está garantizada. Sin embargo, irónicamente hay veces que nuestras apretadas agendas de trabajo transforman nuestro plan en fantasías.

Bellopuerto puede ser la alternativa perfecta cuando no disponemos de tiempo. Desde que entras, su decoración inspirada en el icónico puerto de Acapulco te invita a relajarte, holgar tu corbata, y pedir una cerveza fría mientras decides con qué consentirás al paladar.

¿Sabías que durante varias décadas, Acapulco fue el destino turístico más emblemático del mundo? María Félix, John F. Kennedy y Simone de Beavoir figuran en su historia, enriqueciendo esta playa con eclecticismo. Hoy, gente de todo el mundo sigue disfrutando de sus atractivos; es esta diversidad turística la que Roberto Hernández, socio del restaurante, quiere continuar difundiendo en su clientela: “La playa rima con todo. Puedes venir el fin de semana con la familia; con los suegros, tu abuelita y estas un sabadito comiendo rico. Puedes venir a festejar tu cumpleaños. Con los amigos de la oficina… en el mood que tu quieras”, argumenta.

Andrea de la Garza, socia del restaurante, se siente feliz por la lealtad de muchos clientes; y gracias al sabor de la carta y la amabilidad en el servicio, espera conquistar más corazones. Su platillo favorito es el aguachile negro de camarón. Una rica mezcla picosita y ácida con la frescura del pepino y el toque de la cebolla aliñando camarones, “lo mejor para curar la cruda”, asegura muy contenta.

El recinto iba combatiendo las inclemencias de nuestra ciudad con la calidez del socio restante, José Casas, quien se veía por doquier recibiendo alegremente a la clientela, invitándola al buffet especial que se había preparado. El chef Osiel del Carpio, quien ha estado presente desde la primer apertura en Polanco, nos invitó los deliciosos tacos al pastor de cazón y mantarraya que figuraron en el convite.

Sin duda, tienes que probar sus famosos aguachiles y cocteles, las tostadas de atún y el pulpo chamuscado; acompañarlos con una michelada o pedir un refrescante “tucanazo” (agua de coco, jugo de toronja y tequila escarchados con sal de jamaica).

Sin duda, disfruté de una celebración por siete años de clientes exigentes y satisfechos, pero, que gustan relajarse, llevando “la vida en chanclas” como versa el lema del lugar. ¡Enhorabuena y que sean muchos años más!

 

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