Una de las actividades que ha acompañado al hombre desde sus orígenes como especie dominante, es cocinar. No importa la región, ingredientes o creencias, mientras existan humanos, estará presente la preparación de alimentos.

Pero, ¿qué es cocinar? Una pregunta digna de las disertaciones filosóficas de la madrugada, cuando el único acompañante es el insomnio. Mientras que para otros la respuesta llegará como una simple definición: “guisar, aderezar los alimentos”.

Pero como nosotros somos de los aventureros de la noche, filósofos modernos y lo más importante, amantes de la comida, sigamos el hilo del pensamiento y escudriñemos por una respuesta más profunda. Para darnos una idea del alcance de una simple palabra, usemos de base el libro de Michael Pollan (periodista, escritor y activista estadounidense), “Cooked”, mismo que podemos encontrar como una miniserie en Netflix.

Alquimia culinaria

Como algunos otros pensadores de lo culinario, Pollan plantea que el acto de someter a cocción los alimentos fue el detonante de la evolución humana. Se puede decir que “la cocina hizo al hombre”, rescatando el título de la obra de Faustino Cordón, ya que se ha demostrado que el desarrollo encefálico, que desencadenó la transformación de los homínidos, en lo que somos ahora, fue tras el descubrimiento del fuego.

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Ahora bien, no solo existe la parte científica que busca darle una explicación a todo, y que casi siempre lo logra, también podemos encontrar el misticismo de la comida, esa parte mágica. Un fenómeno comparable con la alquimia de la antigüedad en tiempos modernos, principio que motiva a Pollan a descifrar la cocina a través de los cuatro elementos, y los cambios que estos propician.

El juego de los elementos

Una hoguera nos da la bienvenida, esa llama de origen que sacó al humano del barro y lo colocó sobre el resto de las especies. Dador de calor, luz y comida, el fuego es el primer elemento que se hace notar. La reacción primordial para que exista la cocina es la interacción del calor con el alimento y qué mejor manera de explicarlo que con un buen barbecue tradicional. Las historias de carbón y fuego regresan a nuestras líneas, para demostrar cómo es que a través de seres salvajes como las flamas, seguimos reuniéndonos para compartir los alimentos y los relatos que las acompañan

De la mano del calor llega el agua, segundo de nuestros elementos y responsable de algunas transformaciones igual de impresionantes que las del primero. A través de los líquidos se pueden ablandar los alimentos más duros, concentrar sabores y generar un sin fin de productos. Elemento indispensable para la vida y facilitador para la producción de cantidades considerables de comida.

Con un poco de agua, harina y calor, se hace visible el tercer integrante de la familia elemental, el aire. Responsable de brindar esponjosidad a los panes, cremosidad a los helados y jugar con nuestras mentes para generar la sensación de saciedad. 

Al juntar todos los elementos obtenemos la fermentación, representante de la tierra –y cuarto elemento–, y de la delgada línea entre algo descompuesto y un manjar. Desde la producción de cerveza, hasta la elaboración de quesos, las bacterias de las superficies realizan el trabajo más importante en estos productos, transformar sus materias primas, en delicias culinarias.

Creando magia

La aplicación de las fuerzas de la naturaleza dan como resultado uno de los grandes placeres de la vida que es cocinar. Si bien para algunos es una actividad fastidiosa, la mayoría disfrutamos de una buena comida, un excelente vino y una inigualable compañía, eso y más se pueden encontrar en “Cooked”, y claro, mucho material para seguir discutiendo en las horas de desvelo sobre el misterio de la cocina.

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